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Joaquín Rábago

¿Adiós a las Humanidades?

Criticaba recientemente en un diario nacional el profesor Francesc de Carreras "la progresiva disminución de las asignaturas de Humanidades -Literatura, Filosofía, Historia, Geografía-" en los distintos niveles de enseñanza y lo calificaba certeramente como "un ataque frontal a la cultura".

Ese mismo día y en el mismo periódico aparecía una fotografía, uno de esos estúpidos selfies, en la que aparecían el presidente de China, Xi Jinping, y el primer ministro británico, David Cameron, ambos sonrientes junto a un más que satisfecho Sergio Agüero, futbolista del Manchester City.

Los dos políticos, ideológicamente tan distantes, no se hicieron fotografiar junto a un gran investigador, un escritor o un premio Nobel, sino junto a un futbolista, con seguridad multimillonario.

El profesor catalán cargaba en el artículo contra los "desenfrenados gastos en fichajes y los fabulosos juegos de jugadores", que no parecen, sin embargo, escandalizar a nadie en un país como el nuestro, donde maestros, médicos y otros buenos profesionales ganan a veces sueldos ridículos.

Viene todo esto a cuento del menosprecio que está sufriendo también, según las noticias que nos llegan del mundo universitario, la historia de la filosofía, que al parecer va a pasar a ser una asignatura optativa, como la religión. Muy pronto nuestros jóvenes estudiantes no sabrán quiénes fueron, ni por supuesto qué pensaban, Platón, Spinoza o Rousseau.

Y lo mismo ocurrirá con la obra de los grandes poetas y escritores del pasado, desde Homero u Ovidio hasta Tolstoi, Dostoyevski o Kafka, pasando por Dante, Rabelais, Cervantes, Molière y tantos otros a los que no habrán nunca leído...

Eso sí, habrán aprendido mientras tanto tal vez informática e inglés, no por supuesto el rico y profundo inglés de Shakespeare o de Faulkner, sino uno puramente instrumental que tal vez les abra algunas puertas, sobre todo si tienen que emigrar en busca de trabajo, pero que sobre todo los convertirá en mejores consumidores, pues de eso sobre todo se trata.

Humanidades, saberes que nos enriquecían y permitían entender mejor el mundo y de paso a nosotros mismos, pero que parecen cada vez más prescindibles en una sociedad que no quiere espíritus críticos sino ciudadanos dóciles y conformistas.

Y con ese progresivo olvido de la lectura, ¿cómo extrañarnos, por otro lado, de que se hable y escriba cada vez peor nuestra propia lengua cuando muchos de los que hablan por radio o televisión -políticos incluidos- cometen cada vez más disparates y, en su ignorancia, forman muchas veces sus frases por aproximación, sin saber realmente lo que dicen?

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