El domingo entró en vigor el infausto tratado por el que la UE "subcontrata" a Turquía como embalse de refugiados mediante el pago de 3.000 millones de euros a los que se sumarán no tardando otros 3.000. ¿En qué se ha convertido Europa -creadora de la socialdemocracia y del bienestar-, para que no destine esos 6.000 millones a recibir por sí misma, y atender con las mejores garantías humanitarias, a todas esas personas sin deportarlas a Turquía con el fin de tramitar su readmisión con otras fórmulas? ¿Por qué tal declaración de autoincompetencia? Existe un dato logístico: de las 885.000 personas que en 2015 llegaron a las costas griegas, 876.000 venían de Turquía. De ahí que en un delirio de pragmatismo, los políticos y funcionarios de la UE han dicho: "Pues si pasan por Turquía, que esperen en Turquía", un país-frontera entre civilización y barbarie, y un polvorín de la OTAN asediado por los kurdos del exterminio otomano o por los yihadistas del brutal Estado Islámico. Ahora bien, decir "tratado" no es más que una malévola retórica. El mensaje exacto es el siguiente: "Todos vosotros, 'migrantes irregulares'... (el tratado es tan vergonzoso que no utiliza la palabra 'refugiados'), ... todos vosotros, que en Siria, Afganistán, Irak o en el cuerno de África recontáis unas mugrientas monedas para pagar un pasaje en una barcaza, perded toda esperanza porque perderéis tiempo, dinero y bebés; por tanto, meteos en el vestíbulo de Europa que es la tierra de los turcos y esperad, esperad, esperad". A las pocas horas de entrar en vigor el tratado, dos niñas, de 1 y 2 años, se ahogaron cerca de la isla de Rodas. No hay fotos de ellas, luego la plebeya conciencia europea no se verá golpeada. Desgraciadamente, habrían muerto igual, sólo que ahora se puede afirmar que la incompetencia del continente regalará más caos a sus familias y a sus connacionales.
