La vida, como el fútbol, se parece a una larga temporada que te pone sobre el tapete partidos con marchamo de final. Se disputan encuentros trascendentales que dan acceso a la gloria, pero también otros en los que se dirime la supervivencia, el ser o no ser, todo o nada, y tanto para las mieles de la eternidad como para la condena a las mazmorras de cualquier averno hay que estar preparados y prevenidos. El Sporting afronta hoy una confrontación a cara de perro. Lo que se ventila es más que la permanencia: es la pervivencia de un club que necesita saldar sus deudas con los proveedores y con la historia. El partido de Getafe no lo disputan once atletas, sino una ciudad entera a la que nadie saca más colores que los dos que alumbran la camisola de su equipo más señero. Orgullo, solidaridad, esfuerzo, talento, compromiso, paciencia son valores cosidos al escudo sportinguista. A los de Abelardo les queda una bala, pero es de cañón.
