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El carbón, nuestro carbón

La necesidad de sostener la minería y las Cuencas

Hace días me topé con Alperi, líder de la minería. Fue en la Expo dedicada a Indalecio Prieto, tan vinculado a los trabajadores asturianos de la primera mitad del XX. Testigos del saludo, los inolvidables sindicalistas Nicolás Redondo y Avelino Pérez, el bueno de Alonso Puerta y la recién reelegida Adriana Lastra.

La minería atraviesa una crisis profunda que espero no sea letal. Espero, porque afecta a las cuencas asturleonesas y al pulso de la región toda.

Hace años, como abogado libre, visitaba yo todos los meses la City londinense, donde estaba una sección ramal de Uría/Menéndez. En una de esas ocasiones me acerqué a Sheffield, con cuyo Ayuntamiento solía bromear llamando "cuñados" a sus ciudadanos y ediles, pues ellos y los ovetenses éramos "hermanos" de la alemana Bochum. Esa relación, tan importante para la juventud más dinámica y favorable al multilingüismo, debería rescatarse, quizá sobre nuevas bases.

Bien recuerdo a un antiguo alcalde, "Lord Mayer", que muy afectado decía "alcanzamos el 51,5% de paro y la City sigue creciendo mientras olvida nuestro dolor". Eran los tiempos de "Full Monty" y/o Ken Loach y, en efecto, Londres vivía aparentemente ajena captando dinero, limpio o sucio, de los emergentes.

Ahora nosotros estamos en disyuntiva difícil. El Estado central olvida compromisos, los nuevos partidos tachan el carbón y su todavía humana repercusión, y en una cierta patología generalizada hace mella la especie que estamos ante un combustible caro y sucio, pleno de moscardones pícaros y derrochones. Inesperadamente algunos con fortísimas raíces han traicionado convicciones que ayudaban a neutralizar el falso debate. El pintor Vaquero Palacios sostenía que el negro era el color de Asturias; para Piñole, "¡tinta china!".

Nada me ha extrañado: ya asistí al momento que el número 2 de IU de España en Bruselas dejaba solo a Willy Meyer, para romper contra el carbón y luego pasar, en desbocada cabriola, a convertirse en portavoz de Junst pel Sí con particular grito de ¡Viva Cartagena, la insolidaridad y la corrupción pujolista!

Pero el carbón sigue siendo imprescindible, motor todavía de economías comarcales, en clases activas y pasivas. Se necesitan nuevas alternativas sin matar lo que queda de nuestro histórico desarrollo ni propiciar aún más su declive.

Las Cuencas son exigencia inevitable.

Hay que retejer un complejo de relaciones fuera del país, buscando intereses comunes, y, dentro, un Gobierno serio y cumplidor.

Todo sin desesperar ni bajar la guardia, que no hay sitio ni para broma, traspié o picaresca tan castiza de introducir mineral foráneo, obtenido casi en esclavismo. Mis antiguas colegas Ludivina, Laura, María Muñiz, Inés Ayala e Irache García mucho trabajaron en pro de nuestro carbón.

Alperi y los suyos me parecen bien compenetrados, pese a golpes recibidos, con su ardua tarea. Hace falta también que a su alrededor sepamos sostener la minería y aún más la cuenca.

Cuando algunos desdeñan temerariamente la Transición española, cómo hacerles comprender sucedidos anteriores, tal el 62 y su altísima influencia en nuestra libertad. Del fondo de esta tierra ha de mantenerse el grito del poeta musicado por el gran Víctor Manuel:

Prepara tu salto último / lívida muerte cobarde / prepara tu último salto / que Asturias está aguardándote.

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