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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Las propuestas de C's y los problemas de gobierno

Ante la sesión de investidura de la próxima semana

Las propuestas de Ciudadanos en su negociación con el PP, sea cual sea el resultado final, tanto del acuerdo como de sus efectos sobre la formación de Gobierno, tienen claros y oscuros.

Empecemos por las relativas a la cuestión electoral. La voluntad de C's de que el reparto del voto se traduzca en una mayor proporcionalidad en los escaños tiene un atractivo teórico, pero entraña un evidente peligro para el futuro del Estado: si en un país como el nuestro, tan incapacitado para los acuerdos entre los partidos (reflejo fundamentalmente de la intransigencia pactista de los votantes), se acentúa aún más la fragmentación parlamentaria o se impide la formación de mayorías, aun relativas, nos habremos metido en un problema sistemático para el futuro.

Otras propuestas de ese ámbito parecen responder a esa tendencia que sacude a la moda de algunas élites de apuntarse a lo más guay del Paraguay, de que parece enferma nuestra sociedad. Sobre las limitaciones de mandatos, o la exigencia de primarias deberíamos preguntarnos en qué países de nuestro entorno sucede eso; o mirar lo que de verdad ha sucedido con las primarias y las listas locales en quienes más lo preconizan, como el PSOE y Podemos, que acaban imponiendo desde Madrid sus candidatos. En cuanto a las listas abiertas, constituye una pretensión más ilusoria que otra cosa, con escasa efectividad en la práctica; o, en el peor de los casos, propicia a incentivar el fulanismo o a primar a los candidatos con mucho dinero o capaces de tener una presencia notable en los medios.

Algunas propuestas en el ámbito económico son ciertamente preocupantes, más por su indefinición, de momento, que por otra cosa. Es ciertamente un gravísimo problema de la sociedad española el paro juvenil, y, sobre todo, el que la mayoría de sus contratos tengan una temporalidad limitada. Ello provoca desmoralización en nuestros mozos y hace que no puedan tener un plan de vida para su futuro. Al mismo tiempo, ello tampoco es el procedimiento más deseable para los empleadores, pues se desaprovecha saber y experiencia. ¿Por qué se conducen así, pues? Por los altos o imprevistos costos que supone el convertir muchos de esos trabajos en indefinidos con la legislación actual.

En ese sentido, las propuestas de un contrato indefinido con aumentos progresivos y la llamada "mochila austriaca" tienen, en principio, cierto interés. Ahora bien, ¿esos aumentos progresivos en qué cuantía y hasta cuándo? Y puesto que van esos aumentos a cuenta de la empresa, ¿facilitarán la contratación o disuadirán de ella? Lo mismo ocurre con la mochila austriaca, que llena la empresa. ¿Al cesar la lleva el trabajador además del despido? Porque depende de esas cuestiones el que sea una buena iniciativa o un desastre.

(Una sidrería: la cocinera es la propietaria, la camarera y echadora de sidra, al mismo tiempo. En un momento determinado da una explicación a uno de los escasos clientes. "Estoy agotada, estoy aquí de ocho de la mañana hasta cerrar. Tenía que contratar a un camarero, ¡pero son tan grandes las cargas!" Conviene siempre, antes de legislar, conocer la realidad.)

Otra cuestión son las modificaciones institucionales, en especial las que entrañan cambios en la Constitución. ¿A alguien se le escapa que, una vez abierta esa puerta se van a plantear otras mil reformas por otros actores? Un amago de reforma institucional sin una mayoría que garantice una reforma contralada es una pura locura.

Pero lo peor de todo es que los votos de Ciudadanos no valen para nada, aunque sirviesen para investir a Mariano Rajoy con la abstención de alguien, y menos si no entran en el Gobierno. Y aun si entrasen. Porque 169 o 170 votos no garantizan que el Gobierno, con las fuerzas parlamentarias existentes, pueda gobernar. De modo que nos enfrentaríamos, de haber investidura, con una oposición que gobernaría desde el Parlamento, y en que todos los grupos de oposición -incluidos los separatistas y Ciudadanos, una vez este en esa tesitura- pugnarían por ser más oposición que el resto de la oposición.

Créanme. No son los partidos los que tienen un problema, somos nosotros. Y, nosotros, en cuanto, en general, votamos lo que nos apetece sin tener en cuenta las consecuencias, tenemos una parte de responsabilidad en ello. No en vano somos nosotros la Junta General de accionistas de esta empresa.

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