La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Atropello y pillaje

Un coche conducido por un chaval sin carné entró escaparate adelante en una tienda de alimentación y mató a un niño de 3 años que jugaba cerca de la puerta. Con el padre del niño en el hospital, herido en el abdomen, la hermanita atendida de cortes y contusiones, la madre en manos de psicólogos y los escaparates en el suelo, un grupo de personas intentó hacerse con la caja registradora de la tienda. No lograron llevársela porque unos vecinos la defendieron a puñetazos.

Sucedió en la calle Mezquita del distrito madrileño de Usera, donde ya hemos alcanzado un nivel de miseria económica y bajeza moral homologable con otros países de nuestro entorno ideológico que tienen como modelo de convivencia un pueblo minero de la fiebre del oro estadounidense.

Los asaltantes sólo pensaron que lo de otro podía pasar a ser suyo, fueron a por ello, intercambiaron unos golpes, llevaron más de los que dieron y regresaron a sus casas. Sin justificaciones, como son las cosas a ras de calle.

En las oficinas de la City londinense, es un ejemplo, hay personas de la misma edad que los asaltantes de Usera con una formación carísima que saben que la solidaridad es optativa y suele distraer acerca de la oportunidad.

Cuando cae una puerta como cae un muro o una legislación, se crea un nuevo escenario de oportunidades en el que cualquiera puede coger el equivalente a esa caja registradora. El primero que lo hace es más dinámico y adaptado al mercado que el segundo, que llega tarde. Lo del niño muerto es una pena para esa familia herida pero estas cosas pasan (tendrán seguro) y, oye, el que se lleva la caja no empotró el coche. Sólo es el que lleva para sí lo que, si no, se llevaría otro.

Compartir el artículo

stats