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Clave de sol

Franco, ese mito

Un tardío recurso político para cambiar el pasado

Supone el comentarista que el tema elegido hoy se presta a sesgadas interpretaciones desde un lado y otro del espectro político. Más que nada porque el franquismo, que a estas alturas no tendría que estar más que en los libros de historia, se ha convertido en un tardío recurso político y en una especie de muñeco de pim pam pum, modificando para ello el pasado al gusto del consumidor .

Franco, a quien se atribuye con torcida intención una falsa paternidad de la derecha actual, ha pasado a ser un gran chivo expiatorio, con la ventaja de que sin problema se le pueden adjudicar todos los males, reales o supuestos, sin temer que proteste. Alancear a moro muerto se llama esto por quienes estuvieron antes muy callados, ellos o sus antecesores.

Casi cuarenta años duró la dictadura franquista y otros cuarenta más han transcurrido hasta nuestros días. Ser presunto franquista ha pasado a ser un insulto político. Y no quisiera cargar las tintas. No muchos leales han de quedar de aquel régimen, y menos de Falange y de las JONS, no sólo por razón de edad. Es humano: en Italia, con la caída del fascismo y la desaparición de Mussolini, se habían volatilizado todos sus partidarios.

Quien esto firma ha sido periodista profesional desde el principio de los ya lejanos años sesenta del pasado siglo. En 1966, por iniciativa del entonces ministro de Información, Manuel Fraga, era reconocida la libertad de prensa en España con una serie de cautelas que llevaría espacio exponer y que nos crearon a muchos profesionales grandes preocupaciones y más de un problema serio hasta el fin de la dictadura en 1975.

¿De qué vale a estas alturas remover viejísimos partidismos de uno y otro lado alternando los buenos y los malos? Y menos, ningunear cuatro décadas de la vida española en las que algo se hizo sin ninguna duda. El protagonismo no corrió al cargo exclusivo del dictador, sino sobre todo de los millones de españoles que contribuyeron con su esfuerzo a levantar un país destruido por una guerra fratricida que hundía sus raíces en los conflictos sociales, la revolución y la guerra de los lejanos años treinta.

Lo que nos interesa hoy no es tanto el conflictivo pasado remoto, archivado en la historia, como el presente y el futuro palpitantes que es lo que está ahora mismo en nuestras manos.

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