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andres montes

La izquierda inmovilista

El camino hacia la irrelevancia política de Podemos y sus socios, los "comunes"

Los "comunes" en sociedad con Podemos dieron ayer un paso de la equidistancia a la irrelevancia, que confirma su determinación de achicarse hasta quedar reducidos al rincón de las causas simbólicas y las quejas estériles.

La merma de cinco votos del bloque independentista -por el temor al bloqueo de la Cámara que supondría el recurso contra la delegación del voto por parte de Puigdemont y los exconsejeros huidos a Bruselas, que no han renunciado a su acta de diputados- abría la puerta a que el soberanismo quedara privado de la presidencia de la Mesa del Parlament, pieza clave para instrumentar el delirante proceso cuyos resultados son de sobra conocidos.

Era imprescindible la complicidad de los ocho diputados de Catalunya En Comú Podem para marcar un nuevo rumbo parlamentario, que alejase la legislatura recién iniciada del peligro de que el empeño de restitución de lo que acabó con el 155 termine por frustrar de nuevo el autogobierno catalán. Esa oportunidad quedó cancelada desde el momento en que los "comunes" rechazaron dar la mínima opción a que Ciudadanos asumiera la presidencia. Fue un veto estrictamente ideológico, con el que se ignoran las mínimas reglas del juego de lo público y la conveniencia de que la actividad parlamentaria se mueva por contrapesos, que impidan que un gobierno arrolle a la oposición y confine la vida política en los estrictos límites de su exclusiva voluntad. Que Ciudadanos presidiera el Parlament sería además el reconocimiento de su incontestable victoria electoral, en escaños y en votos, algo a lo tendría que avenirse cualquiera con unas mínimas convicciones democráticas.

Una vez más se impuso el inmovilismo de una izquierda reacia a ejercer la cuota de poder que los electores han puesto en sus manos. Y la XII Legislatura catalana comenzó sin sorpresas.

Con la Mesa recién constituida llegó la primera queja de los "comunes" por la falta de paridad del órgano rector de la Cámara, en el que sólo figura una mujer. Con la investidura ya en el horizonte, en la que el presidente de la Mesa desempeña un papel equiparable al del Rey a efectos de designar al candidato a jefe del Govern, desde la formación de Colau, Domènech e Iglesias lamentan que todo se circunscriba a Puigdemont sí o no, sin que nadie hable de programa gobierno.

Ese continuo plañir, el reducto político en el que ellos mismos se han encerrado, sólo se sostiene desde la renuncia de la autodenominada izquierda transformadora a hacer que las cosas sean de otra manera.

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