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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Los leones de Covadonga

Los dos leones de mármol de Carrara que protegen la entrada al real sitio de Covadonga han pasado por la lavandería. Lucen ambos, ahora, una nívea cabellera, lo que no ocurría desde 2004, fecha en que se les dio el último tratamiento de limpieza facial. Los quieren dejar relucientes para los fastos del centenario del parque nacional y de la coronación canónica de la Santina, que es pequeñina y galana pero tiene guardia de corps, protegida por los dos felinos que son réplica de los que esculpió el italiano Antonio Canova para la tumba del Papa Clemente XIII en la basílica de San Pedro, del Vaticano.

Podría decirse que los leones de Covadonga tienen parientes en Roma y también en Santurtzi, donde José María de Lizana y Hormaza, sexto Marqués de Casa Torre, mandó instalar otros idénticos en la escalinata del acceso al jardín de su palacio. No parecen, sin embargo, de la misma familia que "Daoíz" y "Velarde", los dos leones que flanquean la entrada al Congreso de los Diputados, que se armaron con el bronce fundido de los cañones capturados a Marruecos en 1860 en la batalla de Wad Ras. Que algo tendrán, entonces, de leones del Atlas.

Hace unos años se descubrió que uno de los felinos de la puerta del Parlamento no disponía de saco escrotal y algún gracioso hizo el chiste fácil de asegurar que por ese motivo faltan huevos en el Congreso. Habría que preguntarse cómo andan de atributos los leones de Covadonga, si alguno es castrado o ciclán. Si bien cualquier alarde de testosterona en la montaña mágica asturiana hay que atribuírselo en exclusiva a Pelayo, al que sólo le hubiera faltado campear a lomos del caballo de Espartero.

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