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Secretaría de Educación, Universidad y Normalización Llingüística de la FSA-PSOE

Día Internacional de la Lengua Materna

Las razones de la FSA-PSOE para impulsar la cooficialidad

Cuando en el 32 Congreso de la FSA-PSOE se aprobó con el 80% de apoyos el dictamen de la ponencia en la que se incluía que el asturiano y en su caso el gallego-asturiano (fala) pasase a ser, junto al castellano, lengua oficial en Asturias, muchos socialistas lo vivimos no solo como un logro merecido, que sin duda lo es, sino como un decisivo paso hacia la normalización lingüística. Al fin se conseguía que el Partido Socialista asumiese que nuestros derechos lingüísticos fuesen amparados de la misma forma que en el resto de las comunidades autónomas con lenguas propias, tal como recoge la Constitución Española en el artículo 3.2.

Hubo quien preguntaba por qué se pedía la oficialidad cuando en la actualidad está en vigor la Ley de Uso del Asturiano de 1998. El motivo es obvio: si bien es cierto que dicha ley ha incidido positivamente en el proceso de recuperación y dignificación del asturiano, resulta insuficiente para garantizar que nuestra lengua se mantenga protegida y viva.

Durante el último siglo se han extinguido alrededor de 400 idiomas, aproximadamente uno cada tres meses, y la mayoría de los lingüistas estiman que el 50% de las 6.500 lenguas restantes del mundo habrán desaparecido a finales de este siglo (aunque algunos sitúan esta cifra en el 90%) si no se toman las medidas adecuadas. En este sentido, la UNESCO denuncia que el asturiano, lengua que tiene mayor peligro de desparecer en España, es la que menor protección jurídica tiene. Asimismo, el Consejo de Europa ve con preocupación la situación de la lengua asturiana y reclama con urgencia que se adopten "medidas enérgicas" a favor del asturiano y del gallego-asturiano (fala).

En nuestro congreso autonómico también hubo quien preguntó sobre el modelo de oficialidad que se proponía. Pues bien, los socialistas aspiramos a una oficialidad "a la asturiana"; es decir, de acuerdo a las circunstancias sociolingüísticas y a las necesidades socioculturales de Asturias, que se producirá cuando se reforme el Estatuto de Autonomía de Asturias, en la próxima legislatura. Así pues, apostamos por la normalización y por el derecho constitucional a su uso, no por la imposición.

La necesidad de la oficialidad queda clara, también, cuando vemos a tantos ayuntamientos asturianos tener que enfrentarse a procesos judiciales por aprobar ordenanzas de uso de la lengua en su territorio, siendo impugnadas sistemáticamente por Delegación del Gobierno.

A algunas personas les preocupa el impacto de esta decisión en la sociedad asturiana. Pues bien, en este sentido se dispone de datos actualizados, referidos al "III Estudio Sociolingüístico de Asturias de 2017", realizado por el profesor Llera Ramo. De este informe se deduce una posición inequívocamente favorable de los asturianos y asturianas a la cooficialidad de nuestra lengua y una posición ciertamente residual de los que la rechazan (53% frente a 25%). El estudio, además, plantea que la ciudadanía asturiana aspira a una igualdad de trato con respecto a las otras lenguas autonómicas españolas (en un porcentaje abrumador que supera al 80%).

Es claro que en Asturias se ha venido haciendo en las últimas décadas un importante esfuerzo en la promoción del asturiano: se creó la Academia de la Llingua Asturiana (1980), se desarrolló la Ley de Uso del Asturiano (1998), se recuperaron los topónimos tradicionales en muchos municipios asturianos, se impulsó la escolarización de la lengua asturiana en las distintas etapas educativas o, en fin, se promovieron ordenanzas de uso del asturiano en el ámbito de la gestión de los ayuntamientos. A pesar de ello, el anteriormente citado estudio sociológico concluye que la población considera mayoritariamente (64%) que las instituciones asturianas hacen muy poco o nada o podrían hacer mucho más en la promoción y conservación del asturiano; dato de enorme interés político que refuerza aún más la necesidad de establecer cauces jurídicos de oficialidad de nuestra lengua.

Resulta lógico que las cuestiones relativas al coste y a la fuente de financiación económica sea otro de los motivos de especial preocupación. Como también resulta lógico que en todos los países civilizados se lleven a cabo medidas para salvar obras de arte, monumentos, lugares históricos y se destinen recursos económicos para realizar restauraciones cuando es preciso, por su gran valor cultural para las sociedades. Lo que ya no resulta tan razonable es que el fruto del ingenio creativo sea necesariamente más importante y valioso que las lenguas, o las producciones materiales que las producciones inmateriales. Si la sociedad asume con normalidad que el Estado contribuya a mantener el patrimonio de la iglesia, el patrimonio industrial y la conservación del medio ambiente, además de tratar de conservar los animales en peligro de extinción, se debe asumir también con normalidad la conservación de una lengua como patrimonio cultural inmaterial. Por otro lado, es una realidad que en Asturias, debido a la falta de cooficialidad, no se ha recibido ninguna aportación económica estatal en ayudas para escolarización, investigación, promoción social del asturiano, mientras que, por el contrario, la ciudadanía asturiana ha contribuido con el pago de sus impuestos al desarrollo, la promoción y la revitalización del resto de las lenguas autonómicas oficiales de Galicia o País Vasco, por poner un ejemplo. Todo esto cambiaría, lógicamente, en una situación de cooficialidad. Se puede decir, no obstante, que la oficialidad del asturiano sería la "más barata" de las lenguas del estado debido a nuestra realidad uniprovincial, al hecho de que tengamos una población que apenas supera el millón de habitantes, a la inexistencia de diputaciones provinciales, etc. De hecho, los expertos calculan que una oficialidad ajustada a la realidad sociológica de Asturias requeriría un 0.4% del presupuesto de la comunidad. Habría que tener en cuenta, además, que parte de ese presupuesto (el dedicado a educación) debería correr a cargo del Estado central y que, por otro lado, un porcentaje importante de la inversión revertiría en la propia dinámica económica de la sociedad asturiana (industria audiovisual y editorial, de nuevas tecnologías, turismo, etc.).

No hay duda de que nuestra lengua forma parte del más valioso patrimonio inmaterial del que disponemos los asturianos. Algunos invocan el "fantasma del nacionalismo" para negar nuestros derechos lingüísticos y culturales. Afortunadamente, en nuestra sociedad no se manifiesta ningún tipo de nacionalismo excluyente, ni hay visos de que éste pudiera aparecer en relación con el mantenimiento de nuestra lengua. Los políticos irresponsables que tratan de generar inquietud con la cooficialidad mediante argumentos engañosos, relacionando nuestra realidad cultural con el secesionismo catalán, deberían recapacitar y fijarse en la mayoría de las comunidades con lengua propia en donde conviven armoniosamente las lenguas, sin ir muy lejos, en Galicia, donde el PP gobierna con mayoría absoluta. Paradójicamente, las formaciones políticas a las que pertenecen, respetan y defienden la lengua en otras comunidades. Así pues, es necesario que abandonemos los mitos y prejuicios contra una medida necesaria y pasemos a considerarla como el desarrollo constitucional normal cuando se pretende salvaguardar una lengua. Llegó el tiempo en que Asturias se tiene que hacer responsable para mantener un idioma milenario, el nuestro, que desea sobrevivir y convivir con el castellano de una manera equilibrada. Ello solo será posible cuando entre todos decidamos amparar nuestra lengua bajo el protector techo de la oficialidad.

Hoy es el Día internacional de la Lengua Materna en el que se impulsa la diversidad lingüística y cultural y el multilingüismo en todo el mundo. Un 21 de febrero varios participantes de una manifestación fueron asesinados cuando reivindicaban que la lengua bengalí se reconociera como uno de los dos idiomas oficiales del entonces Pakistán. Por suerte, aquí esto no sucede, aunque ciertos políticos irreflexivos sí utilizan la lengua como elemento de confrontación y división, con el único objetivo de obtener réditos electorales. A la sociedad asturiana ya no le valen los discursos vacíos y carentes de argumentos que repiten que el asturiano puede sobrevivir sin el reconocimiento de la oficialidad, puesto que son demasiados organismos internacionales los que advierten que las lenguas minoritarias se enfrentan a un panorama extremadamente difícil si no se les da la importancia que se merecen. Tal como dice la UNESCO, la vitalidad de las lenguas depende de todas las personas que las hablan y se movilizan para protegerlas. Si perder una lengua significa perder "siglos de conocimientos y tradiciones que han contribuido a forjar lo que somos", no tenemos ninguna otra opción que la cooficialidad, tal como se hizo en otras comunidades. Debemos evitar a toda costa que el asturiano, una lengua milenaria de Asturias, de España, de Europa y del mundo, desaparezca.

Igual que no estaríamos nunca dispuestos a perder la memoria y el recuerdo de nuestros abuelos, no deberíamos estar dispuestos nunca a perder nuestra lengua, la que heredamos de nuestros mayores.

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