María González-Vallinas Garrachón es una joven artista vallisoletana que vive en Simancas e imparte clases de Plástica en un instituto de Secundaria. Ahora ha reunido su trabajo en una exposición, «Hilando sombras», que puede visitarse en la sala del BBVA (calle San Francisco, 2) hasta el 18 de abril.

-¿Qué te indujo a licenciarte en Bellas Artes?

-Tenía interés por profundizar en el dibujo, la pintura, la historia del arte y el diseño, fundamentalmente, aunque aún no sabía nada de la experiencia estética o de la metáfora en el arte; sólo sabía copiar con cierta soltura.

-¿Qué te aportó Salamanca?

-Salamanca me descubrió buenos profesores y profesionales, profesores que intentaban con afán hablarnos del hecho artístico y que se empeñaban en recalcar que la Facultad de Bellas Artes no era una fábrica de artistas.

-Cuéntanos algún recuerdo de Milán, donde estuviste de «Erasmus».

-Recuerdo a Mondrian, en la Pinacoteca de la Universidad de Brera, y las visitas a galerías privadas cuando la tarde caía, que era a las cuatro. Recuerdo también con cariño el apoyo de mis amigos cuando realizamos la primera exposición colectiva en el Instituto Cervantes, donde colgué los trabajos que, por primera vez, consideraba un poco dignos para presentar en público: cuadros que había pintado durante mi estancia en Milán y una instalación que vino apurada desde España, justo a tiempo.

-¿Qué trabajo estás preparando para tu doctorado en la Complutense?

-Estudio las aportaciones del museo a la educación artística de ámbito formal, la importancia del análisis del hecho artístico a través de la observación directa de las obras, insustituible cuando se trata de nuevos lenguajes en los que la experiencia directa condiciona su percepción, así como la posibilidad de que la obra guíe el proceso de aprendizaje, no a través de la copia, sino del análisis y el diálogo de la obra con la historia del arte, la técnica, los materiales y, fundamentalmente, la experiencia humana.

-Eres profesora de Piano por el Conservatorio de Valladolid. En tu obra se descubren unas gradaciones y una sensibilidad musicales. ¿Sientes esa relación entre música y pintura?

-Sí, la siento, aunque nunca he creído poder transmitirlo a través de la obra. Me interesaría investigar la sinestesia entre música, danza, pintura y poesía, pero siempre buscando una relación esencial, primitiva, no literal o científica.

-_Tus imágenes nada tienen que ver con las ilustraciones al uso.

-Los textos que acompañan a las obras están escritos a posteriori. No los considero necesarios; sin embargo, quizás en busca de una obra más completa, intento dar voz a los cuadros. La imagen es metafórica, al igual que el texto, una imagen temblorosa que trata de hablar de algo que es incapaz de definir de forma objetiva. «Hilando sombras o una historia de amor mal contada» se refiere a la incapacidad que siento de establecer un discurso que relacione mi experiencia con las obras que presento; la sensación de que siempre me dejo algo por el camino, de que lo único que me queda es el interés por seguir buscando para definir aquello que aún no conozco.

-Sorprende la variedad de técnicas que utilizas.

-Considero interesante experimentar con materiales y técnicas, porque me permite encontrar efectos y luces inesperados. La luz es para mí un recurso importante en el diálogo natural que se establece entre los materiales, en ocasiones con una intervención sutil del pintor (a veces escultor). Los materiales suelen ser pobres, algunos al alcance de la mano, como la parra de mi jardín.