Marta PÉREZ

Victorina Cima tiene 80 años, vive en Vázquez de Mella y le gusta bailar. De joven era todo un prodigio en la pista y no perdonaba una fiesta. Ahora descansa más que baila, pero cuando suena un pasodoble de acordeón en el centro social de Vallobín no hay quien la pare. «Trabajaba en una casa de modas, pero cuando tenía libre iba caminando a las fiestas de San Claudio o a Colloto para bailar; y eso que mi padre era más dictador que Franco», cuenta esta vecina de Vallobín que todos los sábados acude al baile del centro social -el único con música en directo de la ciudad-, que organiza la asociación de la tercera edad del barrio. Decía aquella canción eurovisiva de los noventa que «bailar pegados es bailar». Hay más secretos que Victorina Cima conoce bien. «Lo importantes es mover los pies y no el cuerpo. Aquí hay que tener cuidado, dante cada hostia en la cara que te matan».

En septiembre se cumplirán cinco años de baile en el centro social de Vallobín, al que cada sábado, entre las cinco y las ocho, acuden del orden de trescientas personas del barrio, de la ciudad, y de concejos limítrofes. La actividad es gratuita por celebrarse en un edificio público, en este caso del Ayuntamiento. Pero hay que pagar al músico; así que la asociación de la tercera edad vende unas rifas a dos euros para un sorteo y de este modo cubre gastos. «La gente está encantada. Si quitamos el baile no nos lo perdonan», explica el presidente de la asociación, Víctor Bernal. Joaquín Montes, el vicepresidente del colectivo de la tercera edad de Vallobín, también frecuenta el baile. «Antes se hacía con una máquina de discos, pero no era lo mismo», sostiene. «Unos vienen a bailar y no pierden pieza; otros a escuchar música y a pasar el rato», comenta.

Si Victorina Cima iba andando a todas las fiestas de la redolada, las hermanas Carmen Rodríguez y Avelina Díaz, de 71 y 70 años respectivamente, no lo hacen nada mal en la actualidad. Son de Lugones y el fin de semana se lo pasan bailando. Los viernes, en Lugones; los sábados, en Vallobín, y los domingos, en una sala de fiestas. «Venimos caminando desde los "alsas" y todavía nos quedan fuerzas para bailar toda la tarde. Esto es muy sano», cuenta Avelina Díaz. «A mí la música me vale toda, con que metan ruido?», sostiene.

Todas las señoras del baile acuden muy arregladas, con carmín en los labios, de peluquería y ataviadas con sus mejores galas, como si de una fiesta de la juventud se tratase. Ellos, que todavía les queda mucho que presumir, se atreven incluso a sacar la corbata del cajón de la cómoda. «Hay que estar presentable siempre, que nunca sabes cuándo puedes conocer a tu media naranja». Ataúlfo Cereijido, de 79 años y viudo desde hace diez, es todo un galán con las mujeres, y no desperdicia ocasión que pudiera acabar en noviazgo. «Pero qué guapa me vienes hoy, Valentina, ¿vamos con la siguiente?», Y Valentina asiente.

María Rita Menéndez, de 58 años, acude al baile del centro social de Vallobín por el acordeón. Vive en la avenida del Mar. «Es un baile como los de antes, con acordeón, de los que prestan», comenta. María Trinidad Fernández baila una pieza con Manuel Soto. Le gusta bailar, pero mucho más cantar. En los descansos del acordeonista coge el micrófono, se sube a un escenario improvisado y echa un cantarín que el público aplaude a rabiar. Lo mismo se arranca por una tonada que por una copla.

La que mejor conoce la pista de baile de Vallobín es Rita Calvo, que se lo recorre de esquina a esquina con los brazos en jarras y balanceando la cadera durante toda la tarde. No le faltan proposiciones ni compañía, pero a ella le va más «lo suelto» y la rumba. «Que ya te dije que no bailo contigo, serás pesado?», le espeta sin un ápice de compasión al último pretendiente que intenta sacarla a bailar.

José Manuel Novo y Auri Roibás; Consuelo López y su hija Natalia López; Ramón del Fresno y Josefa Menéndez... forman algunas de las parejas habituales del baile de acordeón del centro social de Vallobín. Todos se divierten, hacen vida social, ejercicio y, lo que es más importante, aunque sea por una tarde, se olvidan de ir al médico.

La nueva losa, el último proyecto para el barrio, dotará a Vallobín de 25.000 metros cuadrados de espacios públicos para los vecinos.