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La sede de Magisterio y el edificio de Geología, obra de Castelao, quedarían «libres», y, según el vicerrector, se utilizarían «como moneda de cambio en el negocio urbanístico», en una operación de «importante repercusión económica»; pero sin precipitarse, añadió Rico, «porque la excelencia dura cuatro años, y esto es más bien a largo plazo».

Cerca de Llamaquique, en el campus de Los Catalanes, la Universidad centrará su oferta deportiva y de alojamiento. Una «puesta en valor» del edificio Valdés Salas -que pasará de Escuela de Informática a residencia de estudiantes- completará la oferta de plazas del San Gregorio y del Colegio Mayor América, que para esas fechas ya habrá finalizado su rehabilitación integral. Los espacios deportivos crecerán, conectados a las residencias por un «espacio público de convivencia», según Díaz-Miranda. El campus del Milán tendrá un lavado de cara. Se eliminará el tráfico en superficie, para transformar los espacios entre edificios en zonas «verdes y agradables», y los edificios se rehabilitarán.

Y todos los estudios relacionados con las Ciencias de la Salud darán sentido al nuevo campus de La Cadellada. Junto al nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se levantará un aulario para los estudios de Medicina, Enfermería, Fisioterapia, Odontología y Psicología, un vivero para empresas de biomedicina -sede del «cluster» biomédico-, y una escuela internacional de doctorado.

«En La Cadellada dibujaremos lo que será la Universidad del futuro para Asturias», adelantó el arquitecto, un proyecto para la excelencia que, según el vicerrector, costará a la Universidad «131 millones de euros», de los que el proyecto europeo sólo cubre 61 millones. «Y si no nos lo dan», ironizó el rector, «iremos más despacio, pero la Universidad ya tendrá su plan para el futuro».