Llegó a oídos de Alfonso II de Asturias, que un cierto Lluniego, de Godos, sacaba dinero a los incautos que buscaban a través de él una recomendación, pues decía gozar de la amistad de Berta, la reina, que había apadrinado a su hijo. Así, nuestro monarca, Casto pero que sabía latín, mandó atar a Lluniego a un poste rodeado de leña verde, a la que ordenó prendieran fuego. «Fumo periit qui fumos vendidit», dijo; o sea: «Muera por humo quien humo vendía». Muy diferente es lo de Sarah Ferguson quien, por 500.000 mil libras les hace un completo a sus clientes, o, al menos, promete abrirles muchas puertas; ofrecimiento que ahora está en todos los periódicos del mundo para que venga Dios y lo lea. No sé puertas, pero al dominical «News of the World», y solamente previo anticipo de 40.000 dólares, Sara le ha abierto en Internet más de cuatro millones de ventanas.