Laura VILA

«Ponte igual que él, con las manos en los bolsillos, que quede gracioso», decía una chica a su pareja mientras posaba al lado de la figura de Woody Allen.

Es sin duda una parada obligatoria para todos los turistas que visitan Oviedo. «Mira, aquí está el Woody Allen, qué gracioso», decía uno de los visitantes al encontrarse de frente con la escultura del polifacético director estadounidense.

Woody Allen es conocido en todo el globo, y por eso sorprende a los turistas el cariño con el que el director habla de Oviedo en la placa que se encuentra a los pies de su estatua. «Mira, qué pasada lo que dice de Oviedo, el Woody éste parece que nació aquí», decía un hombre a su hija al leer la placa de acero.

Es, sin duda, la foto más apreciada por los que llegan de fuera, y nunca falta un comentario sobre las lentes del director. «Mira papi, le faltan las gafas, las tiene rompidas», avisa, a su manera, una niña a su padre.

Y es que es rara la ocasión en que se puede ver la figura de Woody Allen con las gafas enteras, ya que hay quien parece tener por costumbre arrancárselas siempre que se las renuevan. Muchos se retratan agarrando al estadounidense por el brazo, otros imitan su postura y algunos hasta le besan. «Hazme una foto como si estuviera dándole un beso», pide una joven a su amiga. Ninguno pasa por la calle Milicias Nacionales sin, al menos, girar la cabeza para mirar al genio del cine, y los que más, se detienen con una sonrisa y leen las palabras de elogio que Woody Allen dedica a nuestra ciudad: «Oviedo es una ciudad deliciosa, exótica, bella, limpia, agradable, tranquila y peatonalizada; es como si no perteneciera a este mundo, como si no existiera... Oviedo es como un cuento de hadas». Con esos halagos, como para no estar orgullosos de ser carbayones.