El público del Campoamor cumplió ayer un sueño, el de cantar a coro con artistas de la talla de José Van Dam, Leo Nucci o Celso Albelo. Fue el broche de oro de la divertida gala de entrega de los V Premios líricos «Teatro Campoamor», y cuando galardonados, presentadores y asistentes acabaron entonando «La donna en Mobile».

Para que el coro funcionase había asistido a una clase de canto dirigida por el tenor Enrique Viana travestido en profesora. Fue el hilo conductor de una ceremonia que se prolongó durante dos horas y que tuvo momentos magistrales, como el dúo entre Nucci y Albelo cantando «La donna e un animale», de «L'elisir d'amore». Nucci, que recogió el premio al mejor cantante de ópera, y Albelo, el mejor cantante revelación, se llevaron el gran aplauso de la noche.

Lluis Pasqual, director de la ceremonia, propuso una gala que tuvo mucho de iconoclasta con el supuesto encorsetamiento de la ópera. Viana, que cambió de vestuario en innumerables ocasiones pero no se cambió de vestido, tiró del público desde el primer momento, a veces con la ayuda de Borja Quiza, que también se travistió en su propia tía abuela para recoger el premio como mejor cantante de zarzuela. Lo primero fue enseñar a respirar a los asistentes. Fue entre la entrega del premio a la mejor producción, la que el INAEM hizo de «Parténope» y que recogió el director de escena Gustavo Tambascio, y el premio al mejor director de escena, concedido a «La Fura dels Baus» por su tetralogía «El anillo del Nibelungo», de Wagner, y que recogió el director del grupo, Carlus Pradissa.

Lluis Pasqual quería celebrar un homenaje al canto y lo hizo no sólo con su particular «profesora», sino con las distintas interpretaciones que se sucedieron a lo largo de la velada. El primero en llevarse los aplausos del público fue Borja Quiza con su interpretación de «Largo al factotum» de «El barbero de Sevilla». Quiza pasó de cantante a maestro de ceremonias para entregarle a Celso Albero la estatuilla de Sebastián Miranda que le acredita como mejor cantante revelación. Su interpretación de «Una furtiva lágrima» se llevó los primeros «bravos» de la noche, pero aún quedaba mucho más.

El teatro Campoamor volvió entonces al año 2009, a la producción que triunfó en la LXII Temporada de Ópera de Oviedo, «Ariodante» de Haendel. Sonó la música de «El rapto del Serrallo», de Mozart, y con la batuta no estaba el maestro de la gala Marzio Conti, sino Andrea Marcon, quien dirigió el inolvidable «Ariodante» en el coliseo ovetense.

Tras concluir la interpretación Marcon subió al escenario para recoger el premio al mejor director musical.

Después del homenaje a la partitura llegó el triunfo de la voz, en este caso la del barítono Leo Nucci, uno de los grandes de la lírica internacional. El mejor cantante de ópera de 2009 a juicio de la Fundación Premios Líricos «Teatro Campoamor» apasionó al público con el aria «Mal per me che mi affidai», del «Macbeth», de Verdi. Oviedo se lo reconoció con un caluroso aplauso y él lo agradeció con gestos divertidos y cariñosos. Nucci es el único cantante que en los últimos años se ha visto obligado a bisar un aria a petición del público del teatro Real de Madrid. Ayer no bisó, pero sí cantó dos veces. Tras Macbeth llegó Rigolleto, y el aria «Cortigiani vir razza dannata».