Ángel FIDALGO

San Claudio se quedó seco. El corte de agua del pasado jueves, que dejó sin suministro todos los grifos de esta población desde el mediodía hasta las once de la noche aproximadamente, cogió por sorpresa a los vecinos y, sobre todo, a los propietarios de pequeños negocios que dependen de algo tan sencillo como es un chorro de agua para continuar con su actividad. Una avería en la red principal de saneamiento fue la culpable.

La peluquería de Vanesa González comenzó a echar humo cuando el chorro de agua apenas llegaba a las cabezas de sus clientas. Ayer, veinticuatro horas después de la avería, todavía seguía sufriendo sus efectos. «Tengo que lavar el pelo a las clientas con agua que caliento en el microondas, pero esto hace que todo sea muy lento y las señoras tienen que esperar mucho», explicó medio resignada Vanesa González.

No obstante, dice que lo de ayer no tiene nada que ver con lo del jueves. «Ese día fue un desastre auténtico, pero lo peor de todo fue una señora a la que nada más ponerle el tinte se marchó el agua. No sabía qué hacer, porque pasaba el tiempo y el agua no llegaba».

La joven peluquera se empezaba a preocupar y su clienta a impacientar. Ambas tenían argumentos suficientes. Había que buscar una solución porque el tinte cuando se pasa del tiempo empieza a molestar en el cuero cabelludo. «Como había que buscar una solución la acompañé a su casa, en Puerto, donde al final pude lavarle la cabeza. Fue un follón», comentó Vanesa González.

Pero no sólo sufrió esta aventura rocambolesca, sino que muchas clientas tuvieron que marchar sin poder lavar y peinar. «Resumiendo, que además de las molestias que el corte de agua nos ocasionó perdí también dinero por no poder trabajar como en un día normal». La peluquera lamentó también que, al menos en su zona, los cortes de agua «son por lo menos una vez al mes», aunque, eso sí, precisó que son de poca duración.

Y como en una peluquería, al igual que en un bar, es donde mejor se toma el pulso de una pequeña población como es San Claudio, Vanesa González se considera legitimada para afirmar que «la gente está cada vez más molesta y coincide en opinar que no se puede seguir así, porque esto parece ya una comedia».

Lo de los hosteleros fue un cantar parecido. Sonia López es la propietaria de la cafetería Isis, un establecimiento de los que tienen más clientela en San Claudio. El corte de agua «nos partió por la mitad, ya que desde las tres de la tarde hasta las nueve de la noche nos dejaron secos», lamentó la hostelera.

No sólo se refería a la molestia que esto supuso para ella, sino también para los clientes. «A mí me ocasionó importantes pérdidas económicas, ya que no pudimos hacer un café ni utilizar el lavavajillas. Y menos mal que no damos comidas». No obstante, precisó que las averías no son frecuentes. En términos similares se pronunció Tomás Fernández, cocinero de La Casona de San Claudio, que lamentó que «nos cortaran el agua sin avisar». Pero como se percató a tiempo porque el chorro del grifo cada vez era más pequeño, tomó sus precauciones y tiró de calderos. «Y así salí del paso porque pude continuar cocinando y también se pudieron lavar los platos a mano».