El próximo 8 de mayo cumplirá los 65 años, una edad esperada por muchos para dedicarse a la familia y a las aficiones, pero Vicente Gotor ha optado por seguir trabajando y lo hará en lo que en términos empresariales sería la mayor empresa de Asturias, la Universidad de Oviedo, con más de 20.000 alumnos y 3.000 profesores.

Vicente Gotor, catedrático de Química Orgánica, es el hombre tranquilo, de esos que esbozan sonrisas y fruncen el ceño, en los que no se aprecia demasiado el sentimiento y aún menos el sentimentalismo. Su rictus puede resultar tosco y dar la apariencia de que está contrariado, la realidad es que es así, una persona seria, idónea, a juzgar por los resultados de las últimas elecciones rectorales, para llevar las riendas de la institución académica asturiana.

A los asturianos quizás les cueste entender el carácter del rector pero todo se puede explicar leyendo su partida de nacimiento, fechada en Calatayud, Zaragoza. Esa austeridad en el gesto no le cambió ni cuando hace diez días entró en el Aula Magna del edificio histórico de la Universidad en la calle San Francisco. Ovación cerrada y Gotor sin mudar el gesto, sólo sonrió cuando abandonó la solemne sala.

No quiere decir esto que sea una persona aburrida, que haya salido del laboratorio de química para ponerse el birrete. Es un trabajador infatigable, le dedica horas y horas y más horas a la Universidad, lo ha hecho desde que llegó a Oviedo en 1983, pero aún encuentra tiempo para los amigos. Es moderado, eso sí, pero no hace un feo a una copa tranquila de charla y debate, siempre en pandilla. Es en ese momento en que se quita el traje y la corbata y lo cambia por el sport de la camisa y el jersey.

Es Gotor gran conversador, pausado y atinado. Sabe escuchar y confía en su interlocutor, lo que le ha supuesto algún descuido en más de una ocasión.

Se le arriman políticos y empresarios a sabiendas de que tiene mucho que decir. Los primeros piden su respaldo para arañar votos y los segundos buscan algo de lo mucho bueno que ofrece la Universidad de Oviedo. Él lidia como puede, con mano izquierda, siempre el mismo gesto, e intenta sacar algo para la Universidad. Se sabe en el centro de las tiranteces políticas, empresariales y geográficas de la región y esa tranquilidad proverbial, que hace que pocas veces, muy pocas y por muy poco tiempo, pierda los nervios, le hace quedarse en el lugar justo, en no moverse de donde quiere estar, en su despacho, trabajando por la Universidad.