Me consta que en Latinoamérica, uno de los índices más fiables para medir la situación económica son las velas; menor renta per cápita, más velas encienden y más rezan. En Asturias, en plena burbuja inmobiliaria, no era la venta de jabón el barómetro, tampoco la leche, en época de vacas gordas, sino el consumo de cemento. Ahora, para medir nuestra flaqueza, acudimos al indicador más sensible, los desperdicios que genera la ciudad; a menos desperdicios, más pobreza. Los mendigos alertan del descenso de basura en los contenedores. Por el contrario, el socavón editorial se traduce en los vertederos, donde hay más papel que nunca. A un editor fui estos días con un manuscrito, le aseguré que sería un éxito y me respondió: «Estoy muy ocupado, pero te agradecería que lo tiraras tú mismo a la papelera; ahí verás también otros posibles éxitos de la temporada».