«En Vega, a la sombra del añoso tejo, está la capilla de Santa Ana, con efigies antiguas», nos dice Canella en «El libro de Oviedo» a últimos del siglo XIX. Constantino Cabal, en 1951, añade: «Hoy nada, un montón de ruinas?». Así se resume lacónicamente la vieja historia de una capilla clásica de Oviedo que fue tragada por el olvido y la maleza, inexplicablemente, después de sufrir destrozos en la guerra.

En 1994, gracias a la buena memoria de Joaquín Manzanares, que empezó a desbrozar el abandono que cubría la capilla, donde ya ni siquiera se refugiaba el ganado, se inició la recuperación, con la intención de devolver a aquel lugar la antigua costumbre de llevar hasta allí la fiesta de La Balesquida. La primera parte del proyecto se cumplió, afortunadamente, y la capilla estuvo terminada en la primavera de 1997. El concejal de servicios, Manuel Palmero, declaró que «la restauración de la capilla es el primer paso para recuperar el escenario original de la fiesta del bollu. El entorno natural de la ermita, rodeada de prados, invita a pasear, a descansar y es lugar perfecto para celebrar el Martes de Campo; de paso se logra descongestionar el Campo San Francisco de una ocupación que, aunque se limita a un día, causa deterioros». Añadió su intención de que «el año que viene ya podamos hacer aquí la fiesta» (La Nueva España, miércoles 19 de octubre de 1994).

En mayo de 1997 se inauguró la capilla cuidadosamente remozada, en obra que había sido encargada a la empresa Rionar. El presupuesto inicial era de 13,6 millones de pesetas y se adjudicó en 10,6. El arquitecto fue José Rivas y el aparejador Ataúlfo González. El 11 de marzo de ese año la obra fue recibida por el ingeniero municipal Alfredo Suárez en presencia del cronista oficial de Asturias, que había supervisado la obra, y del párroco Javier Suárez, todos reunidos en el interior de la capilla. Los documentos se firmaron sobre el ara, de igual medida que la original de Bendones.

Se abrieron colectas para comprar la campana, que vino de Cantabria, y la imagen de Santa Ana. El 26 de julio de ese año 1997 se celebró en el entorno de la capilla la fiesta de Santa Ana y fueron el vicario de la diócesis y el alcalde con concejales. Hubo misa, procesión y «puya del ramu», en la que se sacaron 72.000 pesetas que se ingresaron en la cuenta de la Hermandad de Santa Ana, que ya tenía 300 socios. Luego comieron las familias en la pradera al son de la banda de gaitas. La fiesta de Santa Ana se recuperaba así después de 61 años, según contó «La Voz de Asturias». Lo que vino después ya lo saben ustedes, con el sacrificio del pueblo de Vega en beneficio del cultivo del ladrillo en Monte Cerráu. Estamos casi en la fecha del aniversario de Joaquín Manzanares, que falleció el 18 de junio de 2003. Muchos le echamos de menos y echamos de menos un nuevo cronista de Asturias. Los cronistas no cobramos ni tenemos adscripción política y estamos siempre dispuestos a luchar por el bien de nuestra tierra.