La historia de la Catedral de Oviedo y sus reliquias, entre ellas el Santo Sudario que, según la tradición, envolvió el rostro de Cristo tras la crucifixión, está envuelta en leyendas y creencias populares. El Arca Santa llegó a Oviedo, tras un largo deambular desde Jerusalén, huyendo de guerras e invasiones. En el año 1075, Alfonso VI la abre y desvela lo que guarda en su interior, nada menos que ochenta y cinco reliquias, de lo más singular, que fueron cuidadosamente inventariadas y que, oportunamente, se convirtieron en objeto de adoración y manifestaron su poder atrayendo a peregrinos de toda Europa. Y aún hoy, el Arca Santa guarda sorpresas, nada menos que una reliquia que había sido mal consignada y que tras una relectura cuidadosa del acta que la Donación de Langreo, que incluye el primer inventario de las piezas halladas en su interior, ha resultado ser, nada menos, que un trozo del manto o la vestimenta de Cristo.

El redescubrimiento de la reliquia se produjo esta semana y casualmente de la mano de Álvaro Blanco, el comisario de la exposición sobre la Sábana Santa que desde el pasado mes de julio está instalada en la plaza de la Catedral. Él mismo refiere cómo, para ampliar la documentación sobre el Sudario de Oviedo con el propósito de incorporar más datos sobre ella a su muestra, decidió visitar el Archivo de la Catedral y lo hizo acompañado por el canónigo archivero, Agustín Hevia Ballina. Juntos visitaron luego la Cámara Santa, continúa, y en ella Blanco se interesó por «un trozo de tela identificado como parte de la Sábana Santa». Él dudó inmediatamente de esa procedencia. «Los investigadores del Centro Español de Sindonología ya habían dicho al cabildo que no podía ser de la Sábana», afirma. Lo mismo opinó él a simple vista, por las características de la tela y la ausencia de manchas. El lienzo, recortado en forma de cuadrado de alrededor de veinte centímetros de lado y guardado en un relicario, se expone en una de las repisas que hay tras las verjas de la Cámara Santa.

Ante la duda, Álvaro Blanco insiste, y regresa al Archivo. Allí, explica, recurren al documento que da cuenta de la Donación de Langreo, que fue redactada el 14 de marzo de 1075, al día siguiente de la apertura del Arca Santa. Además de la entrega de tierras al obispo de Oviedo, para dotar a una catedral que guarda reliquias tan importantes, el manuscrito enumera las piezas sagradas que se guardan en ella.

Y es aquí cuando descubren la confusión, que se ha perpetuado durante los últimos siglos. «El archivero empieza a leer: "El vestimento domini sorte partito" y, qué curioso, dice, su sudario». Cae en la cuenta de que allí se habla de dos telas, el sudario y otra que corresponde a los vestidos de Jesús de Nazaret que, según el relato bíblico los romanos se repartieron tras su muerte. «Dos telas, que no tienen nada que ver entre ellas», subraya.

¿Cómo es posible? Pues por una traducción errónea del original.