Vladimir Spivakov, violinista y director ruso, regreso ayer a los escenarios de Oviedo por todo lo alto, son sus "Virtuosos de Moscú" renovados, el sonido de siempre de esa formación maravillosa -durante una década tuvo su sede en Oviedo- con el maestro como solista y protestas en la calle. El público aplaudió y aplaudió y Spivakov dijo una palabras de agradecimiento recordando "el amor que me disteis los asturianos". Y viceversa.
Los aficionados vivieron una gran velada. Spivakov se reencontró con su público ovetense -nunca ha perdido el vínculo, tiene una vivienda en Oviedo- y a la puerta se topó con un grupo de ucranianos con su bandera y pancartas que le afeaban su amistad con el presidente Putin mientras Ucrania vive prácticamente en guerra. El músico ruso llegó con mucha antelación, hablo con los ucranianos que protestaban -viven en España desde hace años- y les dijo que no era como lo estaban planteando. Después, el público, a la entrada, se interesó por la protesta.
Y ya de lleno en la música Spivakov y su conjunto abrieron la noche con el concierto para violín en mi menor de Vivaldi que como solista interpretó el gran concertista ruso mientras no dejaba de dirigir. Sonido espléndido. Pureza y sobre todo el largo, con una calidad y gusto que dejo al respetable casi sin aliento.
Después, la brillantez de Rossini y su sonata número 3 con una gran pasaje del contrabajo principal. Como remate de la primera parte, la Sonata número 12 de Boccherini que fue una suma de elegancias y mereció un minuto y 22 segundos de aplausos. Tras el descanso, Shostakovich, primero "Preludio y Scherzo" y después la preciosa "Elegía y Polka". Como gran remate "Las cuatro estaciones porteñas" de Piazolla. Inolvidable, con cuatro solistas. Tres propinas. Tango de Piazzolla, una danza de Strauss y el Libertango de Piazzolla. El delirio.