En junio del pasado año, una niña de cinco años fallecía en Gijón como consecuencia de un atropello y los técnico de transporte sanitario que atendieron el suceso quedaron emocionalmente afectados. "Se veían fuera del trabajo y hablaban entre ellos para lograr lo que se denomina una 'ventilación emocional'; y, al mismo tiempo, trataban de no trasladar el impacto personal a sus familias; también uno de nuestros trabajadores se acordaba permanentemente de la niña...", relató ayer Raquel Villa, directora de recursos humanos de Transinsa, Ambulancias de Asturias. Aquellos hechos motivaron un nuevo protocolo de trabajo en su empresa, de modo que "un supervisor llama a la personas después de circunstancias como esas, y les pregunta por su estado emocional, y si es necesario se les proporciona ayuda psicológica del Grupo de Intervenciones en Emergencias y Catástrofes para una 'ventilación emocional' y otras técnicas profesionales".

En definitiva, se trata de responder a la pregunta "¿quién cuida del cuidador?", o de contrarrestar el hecho de que "son invisibles los accidentes emocionales de quienes ayudan en situaciones críticas", en palabras de la propia Raquel Villa.

Todo ello constituye el telón de fondo de la II Jornada de Intervención Psicológica en Emergencias que organiza el Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias el próximo día 24 de abril en el Auditorio Príncipe Felipe. La jornada abordará específicamente "La intervención psicológica con los intervinientes en emergencias", es decir, técnicos sanitarios de ambulancias, policías, bomberos, médicos, etcétera. Esta II Jornada fue presentada ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA por Angélica Rodríguez, coordinadora de Intervención de Emergencias del Colegio Oficial de Psicólogos; Daniel Fernández, presidente de la Asociación para la Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes, y por la citada Raquel Villa.

Así, Daniel Fernández planteó la necesidad de "desmitificar a los intervinientes en las crisis, porque no son superhombres, sino que tienen sus emociones". En palabras de Angélica Rodríguez, "se puede creer que son personas que están preparadas para todo y que no van a romper nunca, pero ellos se plantean la pregunta: 'A mí, ¿quién me socorre?'".

Los estados de "desgaste, de estrés postraumático, de ansiedad y depresión son las situaciones más corrientes", explicó Daniel Fernández. Se trata del "desgaste por empatía, que significa que tras ayudar a una persona en una situación crítica te identificas tanto con ella que corres el peligro de que acabe pasándote factura", precisó Angélica Rodríguez. La "traumatización vicaria o el síndrome 'burnout', de persona quemada", son otras consecuencias.