Los representantes del funcionariado local no se mordieron la lengua en la celebración de Santa Rita de Cassia, su patrona. Ante el alcalde en funciones, Agustín Iglesias Caunedo, se deshicieron en lamentaciones por la plantilla "pequeña y envejecida", "insuficiente", por "el gran número de puestos vacantes, cubiertos con fórmulas de precariedad", por la "privatización de los servicios" y por la pérdida de poder adquisitivo tras cinco años de congelación salarial. "Invocamos a nuestra patrona, que es también la de los imposibles, para que no nos deje solos en manos de los políticos", dijo el presidente de la junta de personal, Carlos Valledor, a mitad de su discurso.

Con esa actitud no es de extrañar que su compañero Jesús Suárez, el presidente del comité de empresa, hiciera constar que "tras las elecciones sindicales y municipales hay un nuevo escenario" y que dejara constancia de que los trabajadores municipales "esperan que se abra un diálogo". Anunció que en cuanto se constituya el nuevo gobierno municipal el comité de empresa solicitará la convocatoria de una mesa general de negociación.

Hubo recriminaciones hasta por el retraso de la celebración de la patrona, cuya festividad cae el 22 de mayo y que, con las elecciones de por medio, fue retrasada hasta ayer por la Alcaldía. "Nos sentimos como si nos hubieran trasladado de fecha nuestro propio cumpleaños", se quejó Valledor. Suárez añadió que la fiesta de Santa Rita debería mantenerse "ajena a la política".

El Alcalde contestó a las críticas. "Es muy difícil contentar siempre a todos aunque actúes con la convicción de hacer lo justo y lo necesario, más aún cuando están en juego intereses personales", dejó caer. Él, subrayó, gobierna con "el afán de hacer lo correcto y lo que más beneficie a la colectividad, que son los ovetenses". Admitió que "una plantilla muy ajustada es algo bueno para la austeridad pero aumenta la carga laboral" y dijo estar "satisfecho de haber puesto en marcha la renovación de la plantilla", con la convocatoria de varias plazas para la Policía Local, y otros departamentos, y de haber mantenido "una relación fluida con los trabajadores".

Valeriano García, uno de los funcionarios a los que ayer se festejaba por sus 25 años de servicio, comentó más tarde, en el pincheo que siguió al acto protocolario, que la convocatoria de plazas en la Policía Local, de la que él forma parte, debería haber llegado antes porque la plantilla está envejecida. Él se incorporó en 1990 al cuartel de Quintana que, recuerda, "era una ruina". En estos años las condiciones de trabajo han mejorado hasta en los uniformes, afirma.

El Ayuntamiento también reconocía ayer a los funcionarios con 50 años de servicio y a los que se jubilan, repartiendo entre todos relojes, insignias y diplomas. Manuel Bernardo se jubila después de haber contribuido a "la gran transformación de una ciudad que en deporte no tenía prácticamente nada". "Trabajé en lo que me gustaba, he disfrutado y he sido feliz", admitió.