La Reina Letizia abrió la posibilidad de repescar para el gran canto a los artistas pop que utilizan micrófono y la mezzo Teresa Berganza no lo descartó al poner como ejemplo concursos como el de San Petersburgo. El breve diálogo, pregunta y respuesta, se produjo en el auditorio del Conservatorio de Oviedo, durante la inauguración de los cursos de verano de la Escuela Internacional de Música de la Fundación Princesa de Asturias a la que asistió, como en las dos ediciones anteriores, la esposa de Felipe VI.

A las once de la mañana, la Reina entró en el auditorio y saludó: "Hola, buenos días". La acompañaban Javier Fernández, presidente del Principado; Wenceslao López, alcalde de Oviedo y otras autoridades, incluido José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, que venía de Madrid con doña Letizia. El salón estaba lleno de profesores, alumnos y familiares.

Alicia Menéndez, del equipo de la Fundación, presentó el acto exponiendo el guión de la sesión matutina y, después, el inevitable vídeo sobre las actividades de la casa, hasta que llegó el turno de Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación. En el estrado, y con la Reina en la primera fila de butacas acompañada por las autoridades, desató una catarata de gracias y explicó por qué la institución que dirige tiene una escuela de música como, dijo, más de una vez le habían preguntado. Y lo dejó muy claro: "la música", afirmó, "ayuda a formar una sociedad culta y tolerante, anima los valores del esfuerzo, el trabajo en equipo, la inversión positiva del tiempo y es buena para superar el miedo escénico".

Anécdota en el Real

Comentó que era imposible presentar a su tocaya, la gran mezzo madrileña y universal. Y como demostración de la dificultad contó que en una ocasión, en el teatro Real, tras un concierto dirigido por el maestro Riccardo Muti -premio Príncipe de Asturias como Teresa Berganza- estaba haciendo cola ante al camerino, en un ambiente bullicioso, de pronto se hizo un silencio cerrado y solo se oía entre rumores "la Berganza, la Berganza" que se acercaba al grupo. "Cuando alguien es la Berganza lo es todo", subrayó Sanjurjo.

Ya presentada, la cantante subió al escenario para ofrecer su conferencia inaugural, que resultó redonda aunque se salió de lo anunciado, así que no recitó un rígido "Decálogo del buen músico". De entrada, invitó a la humildad. Advirtió contra el error de "caer en brazos del halago". Por eso "es necesario tener un criterio propio en el mundo tan complejo de la música". Para la cantante "los que te dicen la verdad son los auténticos compañeros de viaje". Desechó las palabras bonitas y afirmó que cada vez hay más mediocridad.

Puso la clave en el intérprete fiel al compositor. "Mozart o Beethoven son sagrados", dijo. "Ya en mis inicios me esforzaba en cantar a Rossini sin trampas. Me extrañan esas estrellas fugaces que deslumbran cantando cosas que no están escritas" en las partituras.