El último propietario de la compañía ovetense Fábrica de Loza de San Claudio, Álvaro Ruiz de Alda, ha sido inhabilitado judicialmente para el desempeño de cargos societarios y de administración de empresas durante dos años una vez que el concurso de la entidad recibió la calificación de "culpable". El proceso supuso la desaparición en 2009 de la compañía, con 108 años de existencia y que dio empleo 160 trabajadores y exportaba a Italia y Latinoamérica. Fábrica de Loza de San Claudio, con sede en San Claudio (Oviedo), fue fundada en 1901 por iniciativa de Senén María Ceñal y Compañía. La empresa sufrió diversas vicisitudes y pérdida de esplendor y proyección nacional, aunque conservó el prestigio de su marca.
En 1992 la fábrica fue comprada por el inversor madrileño Álvaro Ruiz de Alda Moreno, descendiente de dos familias que habían tenido un protagonismo relevante en el siglo XX en el ámbito de la política y de la regulación bancaria, por la línea paterna, y de la gestión financiera por la materna. Álvaro Ruiz de Alda completó su toma de posición en el sector con las compras en 1997 de La Bohemia Española, de Gijón, que cerró, y en 1999 de La Cartuja, de Sevilla, que databa de 1839 y era la otra gran marca española de locería, de la que se desprendió en 2003.
En 2005, San Claudio ya soportó una regulación de empleo y momentos de enorme dificultad. Ese año, el empresario intentó hacerse con la gijonesa Porcelanas del Principado, de capital valenciano y que atravesaba por una situación concursal.
La crisis de San Claudio, en concurso desde 2006, pareció reconducirse con un convenio con sus acreedores y una fuerte reducción de empleo (pasó de 162 a 44 trabajadores en 2007), pero el concurso se reabrió en 2009 (al año de la crisis económica) cuando el empresario admitió haber incumplido el plan de viabilidad. San Claudio cerró el 30 de abril de 2009. Ahora el juez ha inhabilitado al empresario como culpable del desenlace.
