No, no me refiero a la película del director manchego, de cuyo nombre prefiero no acordarme, sino a la ausencia de un valor fundamental para la convivencia: la educación, que el diccionario de la Real Academia define en su cuarta acepción como "cortesía, urbanidad".

La ordenanza de convivencia ciudadana del Ayuntamiento de Oviedo obliga a los propietarios de perros a retirar de forma inmediata los excrementos de éstos. Además, prohíbe la circulación de animales sin correa, debiendo llevar bozal aquellos perros potencialmente peligrosos.

Lector, si es usted una de las muchas personas que se pasan esta ordenanza por el arco del triunfo, le pido lo siguiente: Lleve a su perro con correa, es obligatorio, y procure no soltársela demasiado, pues les dificultará el tránsito a los viandantes, sobre todo si sufren alguna minusvalía. Si su perro pertenece al grupo de los calificados como potencialmente peligrosos, además de llevarlo con correa, póngale bozal, es obligatorio.

Si su perro defeca en un espacio público y deja usted el "recado" para quienes vengan detrás, como sucede en el césped del parque de Santullano, haga lo mismo en el salón de su casa, es una sensación verdaderamente agradable. Indudablemente, los responsables de tan antihigiénicos e incívicos actos no son los perros, sino sus dueños. Por si sirviera de algo, recomiendo a todos estos infractores habituales la lectura de algún manual de urbanidad; quizá después de haberlo leído muestren un poco más de consideración hacia sus conciudadanos. Es sólo una cuestión de cortesía, urbanidad.