Jorge Portillo Vega llegó a apalabrar la compra de varios inmuebles cuando sabía que le era imposible pagarlos. Así se desprende su declaración en el juzgado de violencia sobre la mujer, donde admitió ante la magistrada titular, Mónica Casado, que como los propietarios confiaban en él. "llegaron a quedar en la notaría", pero luego no iba. Añadió además que "suele fabular historias, trabajos y situaciones paralelas a la vida real" para justificar las mentiras que le contaba a su novia, que creía que tenía saneadas sus cuentas bancarias y desconocía que no tenía trabajo.

Portillo insistió en su declaración en que padece un "trastorno de la personalidad diagnosticado psiquiátricamente" por el que ha estado ingresado en varias ocasiones y del que tiene antecedentes médicos en Cataluña (de dónde es natural), Bilbao, Navarra y Asturias. Fuentes próximas al caso han revelado que Portillo tiene marcas de cortes en los brazos "y que no parecen ser recientes".