Cuando Patricia Díaz salió ayer del centro de salud de La Lila a eso de la una del mediodía había hecho un maratón urbano que incluía todas las llamadas que pudo hacer en dos horas al consultorio desde su teléfono fijo y su móvil, varias consultas a la página web del centro sanitario, cambios en su horario de trabajo, una carrera hasta La Lila, una queja en ventanilla, y una pequeña espera ante la puerta del pediatra. Su hijo de cinco años estaba bien después de tener cuarenta de fiebre y la debilidad propia de un fuerte resfriado, pero ella se sentía molesta. "Es muy frustrante tener al crío así y que no te coja nadie el teléfono", explicó esta ovetense en la escalinata del centro, ya más relajada y con el pequeño tirando de su mano. La joven dijo además que no era la primera vez que le pasaba esto. "Te dicen que hay un libro de reclamaciones, pero la verdad es que no parece servir de mucho porque el teléfono suena sin que nadie lo atienda. Está claro que necesitan más líneas y personal".

El centro de salud de la Lila es uno de los más saturados de Oviedo por su situación, en el corazón del casco urbano. El pasado viernes, de los nueve facultativos que atienden las consultas de primaria, cuatro estaban de baja y sólo dos habían sido reemplazados, relataban desde el centro sanitario. Los pacientes de los otros dos se repartían entre sus compañeros. Y la agenda de otro médico estaba cerrada hasta el 23 de noviembre. Así, las reclamaciones sobre demoras y esperas son habituales, y, en los últimos días, algunos usuarios han denunciado haber tardado hasta diez días en conseguir una consulta con su médico de cabecera.

Patricia y su hijo se fueron justo cuando salía Daniel Garrocho con cara de pocos amigos. "He perdido la cita porque mi médico no estaba y me han dado otra fecha para el viernes que viene. Vamos, que he venido para nada", comentó como desahogo. Garrocho espera el resultado de unos análisis -"nada importante"- y tiene flexibilidad de horarios para aceptar una u otra cita. Eso le convierte en la persona perfecta para solicitar consulta a los demás. "Mi hermana no puede venir hasta aquí por su trabajo, así que vengo yo por ella a hacer la cola correspondiente porque de otra manera es muy complicado o casi imposible conseguirlo". Según este ovetense, lo normal es que si "vienes un lunes, te den turno para el jueves o para el viernes. Una media de tres o cuatro días". A Garrocho le dijeron ayer que su médico estaba "haciendo curas" y que no iba a llegar a tiempo para atender a los pacientes del centro de salud. Le dijeron eso y algo más que no le gustó: "Aseguraron que me habían llamado, pero a mí no me ha llamado nadie. Es más, creo que deberían avisar del cambio de citas".

A Marta Rodríguez le fue bien en La Lila. Eso sí, dice que el truco está en ir pronto y en persona a pedir una fecha para la consulta. "Tengo suerte porque vivo cerca y vengo hasta aquí con facilidad. Lo malo es que la cola es excesiva y es la misma que deben hacer otros pacientes para solicitar diferentes servicios". El médico que la atiende no le hace esperar demasiado y suelen darle cita de un día para otro. "Supongo que depende del doctor que te toque", reflexiona.

Juan de Dios García también está satisfecho con el funcionamiento del consultorio, al menos en oftalmología, a donde acude cada cuatro meses: "Hasta me llaman a casa para cambiar la hora de una consulta, claro que lo mío está muy pautado por el tratamiento que recibo".