Lo magia del arte es que una obra consiga crear en el espectador sensaciones y sentimientos que no pueda describir con palabras. Y Paco Fernández puede estar satisfecho. La instalación que inaugura esta tarde en la galería Guillermina Caicoya de Oviedo, que estará abierta al público hasta el 15 de enero, ha hecho realidad esa magia. Una docena de creaciones recientes, todas realizadas en estos últimos meses de 2015, que son resultado de más de cinco años de investigación para conseguir hacer sonar la nota perfecta. "Pinto todos los días, pinto porque es lo que siento. Y esta exposición-instalación surge de la reflexión, de la búsqueda de la luz, de la paz interior, de los colores puros, de la sencillez, de la ligereza de materiales... es algo muy trabajado, pero no rebuscado".
Por eso, sus pinturas sobre acetato (material transparente) de colores primarios parecen sencillas, pero no lo son. Desde el primer contacto con ellas, envuelven al espectador en un abrazo de vibraciones y sentimientos de bienestar. No hay marcos, cristales, bastidores, ni sujeciones complicadas. Las obras flotan sobre las paredes blancas, sujetadas mínimamente por alfileres casi invisibles. "Descubrí este material y empecé a probar para ver cómo funcionaba en él el color. Algunos los pinté por detrás, porque aporta luz y cambia el color de la cara. Pero quería mostrar una pintura sin mensaje, de la forma más sencilla y esencial". Una especie de desnudo del artista frente al público que solo pretende "que el receptor sienta algunas des las sensaciones que tuve yo al pintar estas obras. Que entre alguien, y se sienta bien". Las referencias constantes al mar en toda su carrera aparecen aquí también teñidas de rojos, amarillos y azules. "Son los colores que me evoca el mar y mis paseos junto a él". Un paisaje que compartirá con todos los que crucen desde hoy la puerta de la galería ovetense.
