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El metalúrgico que soñaba con Manhattan

El mierense Jesús Blanco presenta en "Ecléptica" un paseo figurativo por Oviedo y Nueva York, la ciudad a la que no emigró en los 60 con sus pinturas "por falta de valor"

El metalúrgico que soñaba con Manhattan

Jesús María Blanco Morán (Mieres, 1950) sintió atracción por la pintura desde niño. "Me gustaba manipular materias y esa posibilidad de crear cosas nuevas", afirma. Pero, a pesar de que ese interés se convirtió en una pasión, la vida le llevó por otros caminos. Se mudó a Gijón y empezó a trabajar en la siderurgia, dedicando todo su tiempo libre a la plástica. ¿Qué fue lo que le frenó para no dedicarse únicamente a la pintura? "Me faltó valor. Tenía un medio de vida estable y me dio miedo romper con él. Pero, a finales de los 60, si te liabas la manta a la cabeza y te ibas a Nueva York, podías llegar a vivir de ella y desarrollarte". ¿Se arrepiente de no hacerlo? "Ya no estoy para arrepentimientos, no me atormento. Pero a los jóvenes les doy un consejo, que luchen por lo que quieren".

Este pintor autodidacta, expone en la sala BBVA de Oviedo, hasta el 1 de enero de 2016, su obra más reciente, a la que ha bautizado como "Ecléptica". Veinte obras inéditas que mezclan técnicas mixtas, pequeños y grandes formatos, soportes como el lienzo, el papel y la arpillera, y temáticas variadas, en las que no falta ese Nueva York que le esperaba a finales de los 60. La ciudad de los rascacielos vuelve a aflorar de su pensamiento en la serie "Manhattan", en la que recorre sus calles y edificios con una mirada figurativa. No es el único "skyline" de la muestra. Oviedo aparece también dibujado con una pincelada abstracta y sumida en la oscuridad, unas tinieblas que solo se iluminan con la luz de la Catedral, que juega en esta serie un papel protagonista.

"A pesar de que no era mi profesión, nunca me tomé la pintura como una afición, era algo mucho más serio". Y es que Blanco Morán lleva toda la vida entregado a ella. Su primera exposición fue a finales de los años 80 en la Casa de la Cultura de Candás, luego llegaría el resto de Asturias, Madrid y Barcelona. "Soy de ese grupo de pintores que nos autodefinimos como alternativos. En las salas comerciales hay doce exposiciones al año, pero fuera de ese círculo hay cantidad de gente haciendo cosas interesantes". Es de los que confía en los jóvenes y en el futuro de las artes plásticas. "Es algo que va a a estar ahí siempre. El trabajo de taller no se puede sustituir con ninguna herramienta nueva. Es algo que tiene vida propia".

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