Cada noche desde hace dos días un par de hombres recorre la ciudad, cargados con un altavoz y un proyector y siguiendo el vuelo de los estorninos. Su objetivo es alejarlos de la ciudad, incomodarlos con el ruido y las luces para que abandonen el Campo San Francisco. Los ruidos y las luces empiezan a la caída del sol, que es cuando los pájaros regresan al parque para pasar la noche. Unas horas después, de madrugada para no molestar a los viandantes y a los perros, la patrulla antiestorninos suelta un águila de Harris que planea por el recinto y que termina de meter el miedo en el cuerpo a los estorninos. El sistema parece estar funcionando porque, según la empresa que tiene encomendado el trabajo, en estos últimos tres días los cien mil pájaros que tenían su dormidero en el Campo se han quedado en diez mil.

Los estorninos asombran con sus vuelos pero resultan enormemente molestos como vecinos, por sus graznidos y el rastro de excrementos que dejan a su paso y que pueden ser fuente de infecciones, especialmente preocupantes pensando en los niños que frecuentan las zonas de juego. A mediados de noviembre se instalaron en el corazón de Oviedo.

Los profesionales de Saniastur, una empresa de Avilés, y de Locus Avis, de León, son los encargados de expulsarlos. El Ayuntamiento ha contratado sus servicios por 18.000 euros y su trabajo no estará acabado hasta que se vayan de la ciudad definitivamente. Javier García, gerente de Saniastur, no se atreve a decir cuando será eso. "Cada caso es muy particular. Nosotros tenemos el compromiso de actuar hasta que se marchen y de mantener la vigilancia después, asegurándonos de que no regresan", explica. El éxito radica, según García, "en mantener la presión hasta que se vayan". La empresa ya tiene experiencia en combatir a los estorninos. Lo ha hecho en Gijón y Avilés y en otras muchas ciudades de España. Acumula ya quince años de experiencia ahuyentando estorninos.

El domingo pasado, explica García, empezaron a hacer pruebas en Oviedo, en la zona del Campo más próxima a Toreno, que es la preferida por los pájaros. El lunes los sacaron del parque con su ahuyentador digital y las luces proyectadas en el suelo, que los asustan, y los siguieron hasta el Campillín, donde se refugiaron, y así hasta empujarlos fuera de la ciudad. Los estorninos también han encontrado acomodo en los alrededores del Seminario y el parque de Invierno.

"Hacia las dos de la mañana soltamos un Harris, que vuela entre los árboles y constituye una amenaza para ellos. Nos proponemos que pierdan la costumbre de posarse en los árboles del Campo san Francisco", indica el responsable de los trabajos. Se refiere a un águila de Harris, un ave rapaz más bien pequeña, de origen americano, y que se utiliza para mantener a raya poblaciones de palomas, estorninos y otros pájaros que pueden acabar resultando dañinos. La que sobrevuela el parque ovetense se llama "Geppeta" y tiene cuatro años, los mismos que lleva con su adiestrador, Roberto Díaz.

No es la única rapaz de la que dispone la empresa Locus Avis, que se encarga desde hace años de la vigilancia del aeropuerto de Avilés con halcones. Los estorninos, refiere Javier Suárez, llegan a España desde el Norte de Europa, buscando temperaturas cálidas. Su presencia en Oviedo no está vinculada con el cambio climático y el ascenso de las temperaturas, afirma, porque ciudades próximas como Avilés o Gijón, con un clima similar, se las tienen que ver con los estorninos desde hace ya varios años.