La plata ya no reluce en Oviedo. Adquirir piezas de importancia, como juegos de te y café, cuberterías y ornamentados marcos de fotos, es casi una misión imposible, como parte de un fenómeno que se reproduce en el resto de España. Parte de culpa la tiene la crisis económica. También las nuevas pautas de consumo y la alta cotización del noble metal, que tanta importancia llego a tener en la ciudad.

Así lo explica, el presidente del Gremio de Joyeros y Relojeros de Asturias, el ovetense Andrés Vázquez, que sostiene que las platerías dedicadas en exclusiva a trabajar el metal, al igual que las secciones de platería que había en la mayoría de las joyerías de Oviedo, fueron desapareciendo poco a poco a medida que cambiaban las costumbres de los ovetenses, y sus casas fueron haciéndose cada vez más pequeñas. Esto último no es tema baladí. Candelabros, juegos de café, bandejas y las grandes cuberterías, no sólo ocupan mucho espacio, sino que requieren una limpieza periódica y por lo tanto tiempo y ganas para poder realizarla.

"No recuerdo cuando vendí la última cubertería, la gente ya no las pide", señala Vázquez. La situación llegó al extremo de que casi todas las fábricas, y entre ellas algunas marcas de prestigio, cerraron o se reconvirtieron para trabajar el acero y hacer piezas más livianas. En algunos casos, aún es posible encargar objetos especiales, con tarifas que sobrepasan los 10.000 euros, en el caso de los servicios de mesa.

"Ahora la platería que queda está destinada fundamentalmente a temas turísticos como las clásicas cucharillas con el escudo de la ciudad, y religiosos como las figuras de la Virgen de Covadonga, pero siempre en piezas de poco tamaño y con precio asequible", detalla el presidente del Gremio de Joyeros y Relojeros de Asturias.

La platería que se trabaja es la que diseñan y realizan los artistas jóvenes con diseños vanguardistas, que gozan de una clientela fiel, sobre todo en los mercadillos. "Se trata, en definitiva, de objetos atractivos que pueden adquirirse a un precio razonable, ya que el precio de la plata aunque subió, todavía es muy asequible", añade Andrés Vázquez.

"¿Quién regala ahora una cubertería de plata? Nadie, no sólo por el precio sino porque requiere mucho mantenimiento y también lavarlas a mano, ya que no se pueden meter en el lavaplatos", razona el presidente del Gremio de Joyeros y Relojeros de Asturias.

El platero y joyero Florentino Santirso coincide en el diagnóstico. El establecimiento familiar, en la calle de la Rúa, fue un auténtico templo de la plata en Asturias. Su historia se remonta nada menos que al año 1927 del pasado siglo, cuando su padre, Manuel Santirso, entró a trabajar con sólo trece años, en la Joyería Bascarán.

En 1960 se estableció por su cuenta en la Plaza de Alfonso II El Casto fundando la Joyería Santirso, a la que se sumó diez años después su hijo Florentino, que aprendió de su padre y maestro, y que el 21 de Octubre de 1985 se instaló en La Rúa. Por las manos de Santirso han pasado valiosas piezas, que se han quedado en Asturias y también se han ido fuera. "Muchas de ellas son casi de museo, en estos momentos", sostiene.

Santirso relata que los plateros asentados en Oviedo, muchos de ellos llegados desde tierras castellanas, especialmente de Valladolid, durante los siglos XVII y XVIII dieron un gran auge al gremio de plateros, como Juan de Nápoles Mudarra, autor de la custodia procesional de la Catedral. Todos ellos contribuyeron a que la platería ovetense fuera famosa en toda España.

Pero todo aquel esplendor es ya sólo historia. ¿Por qué? Porque los tiempos cambian y con ellos las costumbres y los peregrinos ya son otros, y muchas veces se conforman con un recurrente souvenir para salir del paso.

Pero la pena es que con este cambio de costumbres se perdió un importante gremio de artesanos y artistas que hacían obras maravillosas. Eso sí, a un precio alto porque llevaba mucho tiempo el diseño, y fundamentalmente por el trabajo en el que echaban muchas horas para forjar piezas únicas, que ahora languidecen en las vitrinas de las casas de subastas.