-Cuando llegaron las vacas flacas, mi padre llegó a hipotecar todo su patrimonio para salvar la empresa sin tener que despedir a ningún trabajador.

Con este sucedido, Carlos Fernández Moro sintetizó el talante empresarial de su padre, Carlos Fernández Ortiz, fallecido el domingo en Oviedo, donde ayer se celebró con nutrida asistencia un funeral en su memoria. El difunto era presidente del consejo de administración de Talleres Zitrón, compañía ubicada en Gijón y especializada en sistemas de ventilación de túneles, sector en el que destaca por su amplia capacidad exportadora.

-Cuando mi madre se enteró de que había hipotecado incluso nuestra casa se llevó un susto de muerte -señaló el hijo del empresario a la salida del oficio religioso, celebrado en la iglesia del Corazón de María ante la urna que contenía las cenizas del finado.

Carlos Fernández Moro quería remarcar con este relato la característica que, a su juicio, resume la trayectoria de su padre, muerto con 81 años. "Lo más destacado en él era la solidaridad. Han venido al tanatorio muchos trabajadores que nos han contado infinidad de anécdotas en esta línea", indicó. Y narró una más que data de la etapa en la que Fernández Ortiz era capataz de Mina Clavelina, ubicada en Turón y de la que era propietaria la firma Ortiz Sobrinos. "Mi padre acogía a los mineros que tenían problemas en otras empresas", señaló.

Pedro Luis Fernández, presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) y de la empresa GAM, destacó del fallecido su "trato personal absolutamente encantador" y enfatizó que "supo crear desde Asturias una auténtica multinacional, sin molestar a nadie, al contrario, ayudando a sus proveedores y colaboradores a crecer con él; y supo dar continuidad a la empresa por encima de su persona: algo sólo reservado a los grandes".

Al funeral de ayer acudieron, entre otros, el diputado nacional del PP Ramón García Cañal; Jaime González-Baizán, director general de Química del Nalón; el traumatólogo José Paz Jiménez, que fuera catedrático y jefe de servicio del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA); y Antonio Matador, secretario general del Sindicato Médico (SIMPA), organización en la que también desempeña responsabilidades Carlos Fernández Moro.

En la homilía de la misa, el párroco del Corazón de María, José Antonio Blanco, leyó parte de la información sobre Carlos Fernández Ortiz publicada ayer en LA NUEVA ESPAÑA, y comentó: "Habría que añadirle un título más: era un cristiano auténtico, de misa y comunión diarias, que deja a su familia una herencia espiritual de virtud y piedad que es mucho más valiosa que la herencia material". El otro sacerdote que concelebró la misa, José Antonio Valderrama, se sumó a los elogios, avalados por su "estrecha relación con toda la familia".