Bajo la premisa, y también conclusión, de que "no juzguemos la religiosidad de la posguerra con los criterios de hoy en día", el escritor y articulista de LA NUEVA ESPAÑA Esteban Greciet ofreció ayer sus evocaciones en el ciclo de conferencias de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, con sede en la iglesia de los Dominicos. Greciet comentó previamente a este periódico las líneas "rememorativas de un Oviedo, el de los años cuarenta, que era la ciudad destruida tras la Revolución de Octubre y la Guerra Civil", pero ello no significó "que los niños de entonces fuéramos infelices, sino que jugábamos entre los escombros en una infancia despreocupada y sobria". Aquello crió espabilados, "incluso supimos muy pronto quiénes eran los Reyes Magos, aunque decidimos mantener a nuestros padres en la ignorancia de nuestra inocencia perdida". No obstante, "pondría hoy la mano en el fuego afirmando que ellos también disimulaban acerca de lo que nosotros ya sabíamos". Fue precisamente esta materia acerca de las creencias religiosas la que irrumpió en Oviedo en 1953, justo en una Cuaresma como la del presente, es decir, el tiempo previo a la Semana Santa. Greciet relató que Antonio Royo Marín, uno de los grandes predicadores de los Dominicos, "pronunció estas palabras en una novena abarrotada de público y transmitida por radio: 'Niños, oídlo, quienes os traen los juguetes son vuestros padres'". Aquello provoco "una polémica monumental durante meses, y Mercedes Valero, esposa de Constantino Cabal y madre de Juan Luis y Merceditas Cabal, publicó en 'Región' un durísimo artículo en el que decía: 'No dejéis que los niños se acerquen a Royo Marín' ".

Pese a ello, "los chavales de mi pandilla ya teníamos resuelto mucho antes el problema de los Reyes Magos". Greciet describió los contornos de la época: "Años triunfales, con desfiles militares o el retorno de la Santina a Asturias, más el afán restaurador hacia una religiosidad muy conservadora y propia de la piedad popular anterior a la guerra". Ahora bien, todo ello coincidía "en un Oviedo tan levítico como anticlerical", un factor de complejidad por la que Greciet reclamó ayer evitar los juicios extemporáneos.