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BELÉN QUESADA | Médica del ambulatorio de la Lila, se jubila la próxima semana

"Las personas nunca han estado tan sanas y nunca se han sentido tan enfermas"

"La medicina de familia es pobre en dinero, que se lo llevan los hospitales, pero rica en la relación con los pacientes"

Belén Quesada Martín. LUISMA MURIAS

Millares de ovetenses han pasado en los últimos 31 años por la consulta de Belén Quesada Martín (Oviedo, 1951) en el ambulatorio de la Lila. Estudió Medicina en Oviedo en dos tandas (por el medio se casó y tuvo un hijo). Inicialmente trabajó en la Lila, donde era el único médico de urgencias para todo el municipio de Oviedo. Después estuvo unos meses de ayudante de oftalmología en Sama (Langreo), con el doctor Julio Álvarez Torre. A continuación pasó al consultorio de Las Caldas, donde ejerció siete años. Y en 1985 recaló de forma definitiva en la Lila. El próximo sábado, 2 de abril, cumple 65 años y se jubila contra su voluntad. "El cuerpo me pide seguir trabajando, pero la Administración no me deja", afirma con su habitual contundencia.

-¿Se jubila de buena gana?

-No. Me jubilo obligada por la legislación del Servicio de Salud del Principado (Sespa). Los dirigentes sanitarios han preferido que los médicos dejemos de trabajar y de cotizar a la Seguridad Social cinco años antes de lo que era habitual. Nos dijeron que se trataba de una medida destinada a rejuvenecer las plantillas, pero simplemente se trataba de una triquiñuela más para reducir el gasto. Las plantillas disminuyeron y las listas de espera aumentaron. Y así estamos, con el sistema público colapsado y los enfermos, los que se lo pueden permitir, claro, buscando soluciones privadas.

-¿Lo mejor de estos treinta y pico años de ejercicio?

-Cuando la medicina es tu vocación siempre eres capaz de disfrutar del privilegio de ser médico. Incluso en las circunstancias más adversas, como las que venimos padeciendo actualmente los facultativos en Asturias. Buscar lo mejor para el enfermo, sentir su gratitud, vivir entre compañeros unidos por los mismos intereses y códigos de conducta, siempre comprometidos con los pacientes... Luego, haber podido atender durante decenas de años a varias generaciones de muchas familias. En fin, los médicos nos consagramos a preservar la vida, a ayudar a nuestros semejantes, y puedo asegurar que es un trabajo apasionante y conmovedor, aunque a veces resulta durísimo.

-¿Y lo peor?

-La escasez de tiempo, la sobrecarga de trabajo, el estrés que origina trabajar prácticamente sin agenda y pretendiendo ofrecer una medicina de calidad, técnica y humana. La falta del tiempo necesario para cada acto médico es una fuente continuada de frustración, que roba mucha alegría al trabajo de los médicos.

-¿Qué medicina de atención primaria se encontró y qué medicina deja?

-Me encontré una medicina de pocos medios, pero más satisfactoria. Dejo una medicina tecnificada y con mucha intervención política, donde ha empeorado la relación con el paciente: miramos más a la pantalla del ordenador que a su cara y perdemos un tiempo precioso haciendo tareas no médicas. Hay algún colega que sostiene que estamos prácticamente sometidos a un "mobbing" institucional, y creo que no le falta razón.

-¿La receta electrónica?

-Ha sido el mejor avance, porque nos ha librado de visitas y molestias innecesarias, tanto a los pacientes como a los médicos.

-Los médicos de familia siempre se han sentido el hermano pobre de la medicina. ¿Comparte ese punto de vista?

-En absoluto. Se equivocan quienes pretenden enfrentar a los médicos de familia con los médicos de los hospitales. Todos somos víctimas del sistema y estamos profesionalmente maltratados. La medicina de familia es pobre en dinero, porque es archisabido que el grueso del presupuesto se lo lleva la medicina hospitalaria, pero es rica en la relación con los pacientes. En mi experiencia, el trato con los colegas hospitalarios no ha podido ser mejor: siempre ha discurrido por los cauces de la cordialidad y la cooperación.

-¿Qué hacer para que la atención primaria sea realmente resolutiva?

-Dotarla del presupuesto adecuado y dejar que los médicos organicen el trabajo, sin interferencias ni impedimentos de personas ajenas a la medicina. El médico ha de dedicarse a hacer lo que sólo él puede hacer y no perder el tiempo en actividades que puedan realizar otros. Naturalmente, éste es un planteamiento inviable en un sistema sanitario encorsetado y burocratizado como el nuestro.

-¿Necesitan los centros de salud más tecnología?

-En este momento no necesitan más aparatos, sino más médicos y más tiempo para atender a los pacientes, sin interrupciones ni cortapisas.

-Hace décadas que se habla de mejorar la coordinación entre primaria y especializada, pero hay quien tiene la sensación de que nada se ha avanzado.

-Y es cierto. Se ha avanzado un poco con la historia electrónica compartida, pero con siete o diez minutos por paciente no hay forma de coordinar nada. Siempre volvemos al gran problema: la falta de tiempo.

-¿Cómo ve las listas de espera de operaciones, consultas y pruebas?

-Resulta descorazonador para los pacientes esperar meses para hacer una prueba, ser vistos por un especialista o ser operados. Pero también repercuten desfavorablemente en las consultas de atención primaria y en los servicios de urgencias, a los que acude el paciente durante el intervalo, buscando una solución para sus problemas. Es un tema difícil de solucionar, pero, sin duda, se necesitan más médicos y más recursos, en general. Los políticos deben comprender que si apuestan por una sanidad pública para todos, tal como la entendíamos, han de invertir más en ella o el sistema agonizará irremediablemente.

-¿Cómo le han tratado los pacientes?

-En términos generales, muy bien, con el mismo respeto y afecto que yo a ellos. Muchos de los males que aquejan hoy a la relación médico-paciente creo que se deben a fallos en el respeto.

-¿Alguna anécdota que le haya dejado un recuerdo especial?

-Son tantas que me costaría trabajo decantarme por una. Prefiero tener un recuerdo para aquellos inolvidables y maravillosos años en la consulta de Las Caldas, en unas condiciones que hoy serían impensables, con el agua arroyando por el suelo de la consulta y mis pies sobre una tabla cuando llovía, y permaneciendo once meses al año pendiente del teléfono, lo que ahora se denomina guardia localizada, sin descansos ni retribución. ¡Así era hace treinta años la medicina rural!

-¿Cómo ha evolucionado el perfil de los pacientes en sus años de profesión?

-Han medicalizado tremendamente su vida. Nunca han estado tan sanos y, sin embargo, nunca se han sentido tan enfermos. Llama la atención que, con tanta información existente en internet y en los medios de comunicación, el sentido común haya disminuido y los servicios de urgencias estén llenos de pacientes con dolencias banales y repetitivas a lo largo de la vida que dicen no saber cómo abordar. Parece ser que la conclusión a la que llegan es que la mínima molestia debe ser objeto de una inmediata valoración médica. El "catarro urgente" es habitual en nuestras consultas.

-¿Cómo ha influido la entrada en acción de doctor Google?

-El doctor Google no existe y los pacientes que acuden a él vienen más bien desinformados y confundidos.

-En atención primaria, un médico carece de elementos de promoción profesional. No hay jefaturas de sección o de servicio. ¿Favorece o perjudica?

-La falta de estímulo profesional es siempre perjudicial, pero el estímulo no se basa sólo en conseguir una jefatura, también se logra obteniendo un reconocimiento profesional, tiempo para la formación o satisfacción en el trabajo. Lo triste es que eso tampoco existe.

-Usted tuvo una breve experiencia en la gestión. ¿Qué experiencias extrajo?

-Quise probar esa faceta, pero me resultó tediosa y frustrante, así que en dos meses regresé a la actividad clínica con auténtica alegría para mí y creo que también para mis pacientes.

-¿Seguirá en la sanidad privada?

-No, porque si abres una consulta te quitan el 50 por ciento de la pensión, o sea, empiezas el mes con menos de 1.000 euros. Y no es plan.

-Si hoy tuviese 18 años, ¿volvería a estudiar Medicina?

-Sí, sin ninguna duda. Para mí es la mejor profesión. Tengo la fortuna de compartir mi vida con un médico y de tener un hijo médico y una nuera también médica. ¡Sé bien de lo que hablo!

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