Escolástica Díaz optó ayer por dejar la puerta abierta de su vivienda del noveno piso del número 17 de Uría "para que entre todo el que lo necesite". Y es que a a partir de las una del mediodía pasaron por el salón de su casa -con vistas al incendio- decenas de personas, entre las que se encontraban el alcalde, Wenceslao López; el tercer teniente de alcalde, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi"; el jefe de la Policía Local, José Manuel López, bomberos, cámaras, fotógrafos y redactores.

Su casa se convirtió en un "centro de operaciones" improvisado desde el que poder tener "una visión global del siniestro". Así lo dijo la presidenta de la solidaria comunidad, Blanca García, que también ofreció su casa del cuarto piso e incluso la azotea para "el que quiera".

Los bomberos vieron con claridad meridiana desde la vivienda el alcance del fuego que se originó en el tragaluz de otro edificio de Uría, separado por tres casas del foco original, en el número 52. Pudieron trazar un plan para extinguir las nuevas llamas -posiblemente causadas por una chispa que saltó por el aire- y controlar el avance de todos los efectivos que estaban repartidos en la calle y en el inmueble siniestrado.

"Pase, pase. No hace falta que diga nada. Ya le veo el traje de bombero", repitió varias veces Blanca, que además alertó al resto de vecinos de que no bajasen las persianas ante el riesgo de que se prendiesen.