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Ciudadana del mundo

"Cuando vine por primera vez a Oviedo creí estar en París y aquí me quedé"

"Los grandes lujos de esta ciudad son la seguridad y la limpieza; mires donde mires encuentras cosas bonitas"

Svetlana Ulybysheva, en Montecerrao. irma collín

A la empresaria, gemóloga y exmodelo Svetlana Ulybysheva le gusta decir que es una moscovita que tiene en casa dos carbayones. En realidad, bromea con los nombres de dos populares dulces ovetenses para referirse a ella misma, nacida en Moscú, y a sus hijos, que vinieron al mundo en la capital asturiana, de la que, de momento, no tienen ninguna intención de marcharse. La historia de Svetlana (su nombre significa luz y su apellido sonrisa) con Oviedo es una especie de cuento en el que al final la pequeña ciudad de provincias le gana la partida a la misma París. Svetlana, que habla castellano con acento ruso y asturiano, asegura que aquí ha encontrado su hogar.

Una niña de Moscú que quería ser bailarina. "Nací en Moscú en 1974 y estudié en una escuela que estaba especializada en la enseñanza de idiomas. No fue nada buscado, simplemente, me correspondió por mi lugar de residencia en la ciudad. Así que cuando acabé el colegio, estudié Lingüística en la Universidad de Moscú. Como primera lengua elegí el alemán y como segunda el inglés. En aquella época empecé a trabajar como modelo para sacar un dinero extra. Viajaba mucho a París. Me enamoré de la ciudad. La verdad es que yo respondía a los cánones de la típica rusa: alta y de complexión atlética. Pero lo que me sirvió para subir a las pasarelas me impidió desarrollar una carrera como bailarina clásica. Hice una prueba en el Bolshoi quería hacer ballet clásico pero me dijeron que era demasiado alta para los gráciles movimientos de la danza Así que seguí con el modelaje. Hice un casting y me cogieron. No quería ser traductora. A la vez, seguí estudiando un MBA y psicología de grupo".

La rusa más parisina. "Un día, aún no sé muy bien el motivo, decidí que quería vivir en París. Aprendí francés y gasté decenas de zapatos pateando cada rincón de la ciudad. Mis amigos franceses me decían que era más parisina que ellos. Para entonces dejé de ser modelo, ya tenía 27 años y mi meta era aprender otras cosas. Llegué a desfilar para Gianfranco Ferre, Nina Ricci, Lapidus y Scherrer, entre otros. Me gustaba mucho ese momento del desfile, lo demás no es tan bonito. Para seguir vinculada a la moda estudie gemología, y busqué trabajo. Me contrataron en una conocida forma de relojes que recibía mucha clientela rusa. También estuve en la casa de automóviles Maybach, que ya no se producen. En una edición del Salón del Automóvil conocí a Nicolás, con doble nacionalidad francesa e inglesa, con el que me casé. Por él me vine a España. Lo dejé todo y nunca me arrepentí. Vivimos una temporada en Castellón pero echábamos de menos el verde. Un fin de semana fuimos a Santander. No me gustó. Cogimos el coche y nos acercamos a Asturias".

El día en el que se enamoró de Vetusta. "Entramos en Oviedo con un sol fantástico. Me recordó tanto a París que decidí quedarme aquí para siempre. La ciudad me enamoró por lo acogedora que es. Luego tiene otra cosa muy importante para mi: mires a donde mires ves cosas bonitas, edificios bien cuidados. Yo necesito rodearme de cosas bellas. Hace unos días lo pensaba mientras subía del Campo de San Francisco hacia la Avenida de Galicia. Mires a donde mires todo es bonito. También se come bien y se nota una calidad de vida alta. Además, hoy en día, con los medios tecnológicos que tenemos, es posible trabajar con gente de todo el mundo desde cualquier lugar. El lujo de Oviedo es la seguridad y también la limpieza".

Una nueva vida y muchas ilusiones. "Nos vinimos a Oviedo, nacieron nuestros hijos y luego separamos nuestros caminos y proyectos. Yo sigo adelante y exploro nuevos caminos profesionales. Siempre me gustó mucho el deporte y llevar un estilo de vida sano, "healthy", como se dice ahora. Desde hace años soy aficionada al yoga. Lo mezclo con Pilates. Me hice profesora de Pilates ya que considero que es un método que incide en el trabajo del abdomen, una parte fundamental del cuerpo, que nos ayuda a tener buena postura y a conservar la salud".

Aficionada al cine que ya no existe en el casco urbano. "Me encanta el cine. Es una de las cosas que más me gustan en el mundo. Lo echo mucho de menos en Oviedo. No llevo nada bien eso de no tener ni una sala de cine en la misma ciudad. En fin, me imagino que no se puede tener todo.

El Bellas Artes, su Louvre particular. "Siempre que puedo me escapo al Museo de Bellas Artes. Es precioso. Sin duda, se trata de uno de esos sitios al que hay que ir muchas veces. Para mi es como el Museo del Louvre, en París. Me chifla esa mezcla de estilos. Mis padres vienen bastante a vernos. De hecho, a mi padre le hicieron en Oviedo una operación muy delicada, con excelentes resultados. Así que es lógico que yo quiera tanto a esta ciudad".

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