Reventón en el Oviedo Antiguo por la Ascensión. No podía haber más ambiente esta mañana en cualqueir esquina del caso viejo. Desde Porlier a La Catedral, de Trascorrales a la plaza del Ayuntamiento. Cada lugar escondía una pequeña historía, cada corro de amigos, de familias o de turistas, tenía su propia y en muchos casos sorprendida visivión de Oviedo. Junto a La Catedral, el Mercáu Astur hacía de foco de atracción. Igual que el día anterior. Había visitantes de todo tipo: los de la primera vez, los de Oviedo "de todo la la vidad" e incluso alguno de la diáspora, como el ovetense Fernando Morate, instalado en Luxemburgo desde hace años, pero que aprovechó para acercarse a la ciudad junto a sus hijos, Martín y Fernando, para que la vida en el centro de Europa no les haga olvidar sus raíces: "Alucinaban viendo a tanta gente vestida de asturiano".

Teatro en la plaza del Ayuntamiento, grupos folclóricos por cada plaza, casi en cada calle. Todo esto, junto a un solo radiante y a pesar del viento, en ocasiones algo molesto, crearon a lo largo de toda esta mañana una estama idílica de la ciudad.