En la huerta de Pilar Fernández no falta de nada. Tiene retales de patatas, cebollas, ajos, berzas y flores, como los crisantemos y las rosas. "En casa me dicen que no salga porque tienen miedo a que caiga, pero yo estoy deseando perderlos de vista para poder ir al huerto. Si veo que voy a caer agárrome a una berza, apoyo la fesoria...", dice la centenaria, que asegura que en su juventud calcula haber tenido 14 novios "de ir y venir". Ahora vive con su hija y tiene dos nietas y cuatro bisnietos.

Como las historias de los "Paisanos del año" hay muchas otras en la relación de los premiados en la Ascensión.

Jesús María Rodríguez Cadenas, distinguido como veterinario jubilado, llegó de León y se estableció en Colombres a los 26 años; él fue el primero en practicar una cesárea a una vaca en el oriente asturiano. Alejandro Argamentería Gutiérrez, de Gijón, premio al ingeniero agrónomo, sabe tanto del campo que dicen de él que es "como un libro abierto". Joaquín Domínguez Suárez, premio al ingeniero técnico agrícola a título póstumo, estuvo representado por su viuda, Covadonga Rojas, quien agradeció el reconocimiento.

Lorena Fernández González, de Villartorey, en el concejo de Villayón, es la mejor joven ganadera de 2016. Iba para maestra y al acabar la Secundaria estaba pensando en matricularse en Magisterio en Oviedo cuando falleció su madre. No quiso dejar a su familia y estudió Administración y Finanzas en Navia. Con su hermana Carmen María, ha hecho prosperar la explotación familiar. Rubén Fernández Fernández, de familia minera y sin ninguna vinculación con el campo hasta que sintió esa vocación, es el mejor horticultor de este año, con más de una hectárea de terreno de invernaderos en Gijón. El premio a la investigación fue para Marcos Miñarro Prado, miembro del comité técnico del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Sidra de Asturias.

Los ganaderos de este año en la Ascensión son Francisco Antonio Álvarez Álvarez, José Luis Campo Fernández y Enrique Sánchez Ardisana; la explotación destacada es Casa Bartuelo, de Manzaneda, en Gozón, con Cecilia Fernández Pérez al frente; el premio a las iniciativas de asociacionismo recayó en las Cooperativas Agroalimentarias. Ramón Melijosa se llevó el que reconoce el trabajo en defensa de la cultura asturiana por su diccionario del argot de los tejeros de Llanes. La quesería Temia, de Rañeces (Grado), y el artesano Antonio Magadán Villanueva, de Brañavella (Santa Eulalia de Oscos), también fueron premiados.