Un hombre preguntó por un método para detectar "a los psicópatas que están en los centros de poder de la política, de la economía e incluso de la Organización Mundial de la Salud (OMS)". Un crío planteó si la discapacidad tiene algo que ver con los accidentes cerebrovasculares. Una mujer exclamó: "¡Muchas gracias por organizar esta frikada genial!"...

Sí, tal vez "frikada" sea el término más adecuado para definir lo que en la tarde de ayer sucedió en la calle Manuel Pedregal de Oviedo. Un evento cuyo componente noticioso sería mucho más limitado si no fuera por el escenario de la conversación entre los científicos y el público: un bar.

El acto tenía como marco el estreno en Asturias del festival internacional "Pint of Science". En este caso, la ciencia no fue servida en formato pinta, sino más bien en formato barril, para dar satisfacción a la multitud allí congregada, de edades, circunstancias e intereses muy diversos.

El primer intento de llevar la ciencia a los bares cosechó un éxito arrollador. "Y esto no es más que el inicio", proclamó Teresa Valdés Solís, investigadora del Instituto Nacional del Carbón (INCAR) -emplazado en La Corredoria- y coordinadora en Asturias de esta iniciativa puesta en marcha en Reino Unido en 2012 y que en muy poco tiempo se ha extendido por numerosos países. LA NUEVA ESPAÑA forma parte del elenco de patrocinadores de esta iniciativa impulsada por voluntarios y científicos de forma altruista y que se desarrolla desde ayer y hasta mañana en Oviedo y Gijón.

La enfermera adivina

La sesión versó sobre los misterios del cerebro. Empezó hablando Sergio Calleja, neurólogo y responsable de la unidad de ictus del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), quien relató cómo una veterana enfermera del complejo hospitalario de Oviedo era capaz, con sólo ver a un paciente, de determinar si éste había sufrido una hemorragia cerebral o un ictus isquémico. "Le preguntamos cómo conseguía saberlo sin hacer ninguna prueba, y nos respondió: 'por el olor'". La inspiración de esta enfermera, sumada al descubrimiento, en el verano de 2015, de que existen canales de comunicación entre el cerebro y la mucosa nasal, ha llevado al HUCA a poner en marcha una investigación que consiste en examinar el exhalado de los pacientes que llegan con un accidente cerebrovascular. Por el momento, han descubierto una presencia de hierro por encima de lo normal en los pacientes que han sufrido una hemorragia cerebral, lo que invita a soñar en un procedimiento diagnóstico que no requiera la realización de un escáner.

-¿No tienes miedo de que alguien te pise esta investigación -preguntaron desde el público.

-Mucho -respondió el doctor Calleja.

En la segunda sesión, el químico y divulgador científico Ángel Menéndez mostró trucos para hackear el cerebro, un intento que no llegó a término porque su desafío de distinguir a ciegas entre un vaso de agua y otro de sosa cáustica se quedó en intento, aunque sin mayores consecuencias. Eso sí, generó un interés y un silencio pocas veces vistos en un bar. Y en la tercera, el psicólogo Laudino López explicó cómo una lesión en la corteza prefrontal del cerebro puede convertir a una persona absolutamente normal en un ser desaprensivo.

Mientras tanto, a los viandantes que paseaban por Manuel Pedregal les costaba averiguar qué ocurría allí dentro.