"Con una fiesta que se prolongó hasta las tres de la mañana y en la que los clientes tiraron voladores, la sidrería El Gato Negro cerró sus puertas el jueves de la semana pasada, tras casi un siglo de vida en las calles Mon y Trascorrales. El edificio está destinado a la rehabilitación y la familia que lo regentó durante los últimos 25 años quiere iniciar un futuro 'menos esclavo', en el que Conchita y Maruja ya no harán sus famosas tortillas de merluza más que para casa".