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Un conflicto de caballete y mantel

José Silverio Álvarez: "Me quedé sin el cuadro, sin las comidas y sin el dinero"

El hostelero que rechazó pagarle a Carlos Sierra el cuadro que le encargó dice que el pintor debe abonar "los menús y el taxi de Latores a su casa"

José Silverio Álvarez, a la derecha, observa la elaboración y servicio de un menú en la cocina del restaurante que regenta en Latores. Luisma Murias

El cuadro del Monsacro que Carlos Sierra pintó para colgar en uno de los salones del restaurante Latores sigue guardado a buen recaudo por su autor mientras sus abogados y los del hostelero José Silverio Álvarez -popularmente conocido como "Pepe el Porretu"- inician el proceso judicial de lo que podría convertirse en una insólita batalla pictórico-gastronómica para ver quién tiene la razón. El artista dice que finalizó su trabajo y le puso un precio de 15.000 euros. "Pepe el Porretu" se quedó a cuadros al oír la cantidad y no pagó. Alega que trató en varias ocasiones de averiguar cuánto le iba a costar, pero obtuvo siempre la misma respuesta: "Ya arreglaremos cuentas". Además, asegura que tenía la misma contestación para todo; desde el abono de los menús que se comía Sierra hasta la tarifa del taxi que le llevó del restaurante hasta su casa en el centro. El empresario prefiere no dar demasiados detalles del conflicto o su estrategia jurídica y se limita a decir que "me quedé sin el cuadro, sin las comidas y sin el dinero".

El tiempo que Sierra empleó en pintar la vista del Monsacro tampoco convence al "Porretu", que es el padre del presidente de la patronal de hostelería y hotelería, José Álvarez Almeida. El autor calcula que tardó seis años, pero el hostelero habla de once. "Miente en todo porque parece que quiere montar un culebrón, pero la verdad es que de seis años nada. Fue casi el doble y el cuadro encima está sin terminar".

Sierra tuvo un caballete y buena parte de los útiles de pintura en el restaurante Latores durante el proceso creativo porque allí tenía acceso a una magnífica vista del monte Monsacro y del Aramo. A lo largo de ese tiempo, el hostelero le sirvió la comida, aunque ni uno ni otro saben con exactitud de cuántos menús se puede tratar. "No sólo comía él, también les serví los platos a los amigos y conocidos con los que venía al restaurante", explica "Pepe, el Porretu", que sigue esperando por el dinero.

El cuadro de la discordia es de grandes dimensiones, apropiado para un salón de banquetes o un espacio diáfano en el que el público pueda admirarlo. Sin embargo, ese no era el deseo inicial del dueño del restaurante. "Empezó con un lienzo de 40x50 y luego lo cambió por otro mucho más grande porque le dio la gana. Dijo que era por la perspectiva y por las montañas. Y ahí se puso a pintar un cuadro enorme".

Carlos Sierra (Lieres, Siero, 1943) es uno de los artistas más reconocidos del panorama pictórico asturiano actual y exponente del realismo mágico. Según relató a este periódico, recibió el encargo de pintar el cuadro en 2010. "Me llamó él. Iba acompañado de otro hostelero, el de Manolo, de la calle Altamirano, que me había comprado un cuadro pequeñito pero importante. La mujer, que era una entusiasta de la pintura, me había comprado otro. '¡Coño, vaya cuadro que te compré!', me dijo. Y el otro (José Álvarez), me dijo: '¡Coño, tienes que hacerme a mí uno!' Se calentó allí. Entonces fui a verlo. Yo no soy un pintor de paisajes, pero sí acepto el desafío. Fíjate tú, el Monsacro. No pactamos un precio. Esa es la problemática de no saber en lo que se metía".

Sierra admite que al principio del largo proceso "igual fui un poco más saltarín porque estuve con viajes. Había estado en la Bretaña siguiendo la ruta de los impresionistas y todo aquello. Pero a última hora fui muy asiduo. El tema es que estoy yo trabajando completamente entregado en el cuadro y él aparecía por allí. Decía: '¿Ya lo estás acabando? Yo no entiendo pero... bueno'. Me preguntaba: '¿Cuándo acabes el cuadro? 'Y yo le decía: ¿Que cuándo acabo el cuadro? Pues cuando acabe el cuadro'. Pese a todo, dice Sierra, "la cosa era muy cordial". Es más, en el proceso, añade, "todo eran aplausos, porque él estaba esperando para presentarlo en sociedad. El cuadro tiene una lentitud que los dos asumimos. Él nunca me dijo que dejase de pintar".

El artista cree que los 15.000 euros en los que valoró el cuadro del Monsacro responden a su trayectoria profesional, e incluso están algo por debajo de su cotización. Según su versión, cuando le dijo el precio a "Pepe, el Porretu", el hostelero rechazó pagar porque le parecía exagerado y le exigió que le descontase el precio de las comidas que le había servido. Sierra añade que comió cosas como garbanzos con espinacas o un pincho de tortilla. "No soy un tragaldabas de esos que van pinchando jamón de cuatro jotas. Además, eso no armoniza con mis tendencias vegetarianas. Un cafelito y yo iba a pintar".

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