Fue en la amanecida del 22 de septiembre de 1991. Cerca del madrileño Puente de los Franceses. Un fatídico descuido y un choque contra una farola. Tres ocupantes heridos leves y un fallecido: el ovetense de Tudela Veguín José Celestino Casal Álvarez, Tino Casal. Contaba 41 años. En este tiempo había conseguido convertirse en uno de los más singulares intérpretes en aquellos años de eclosión musical que vinieron en llamarse "la movida". Sin duda Tino Casal fue un artista original. Me atrevería a decir que rompedor. Y mucho. Gerardo Quintana, autor de su biografía "Más allá del embrujo", juzga que Tino Casal se había adelantado tanto a su tiempo que aún no ha podido ser valorado en su justa medida. No era fácil lograrse un hueco pero él lo consiguió y, quizá, su temprana desaparición lo haya llevado a convertirse en un mito. Veinticinco años después de su muerte su obra sigue vigente y fresca. Viva. Se reeditan sus discos y se hacen conciertos homenaje, como el tributo que en las fiestas de San Mateo, el día 20, le rendirán Loquillo, "Los Secretos" y la orquesta "Assia". También será profeta en su tierra. El 30 de septiembre y 1 de octubre, en su localidad natal, tendrá lugar un coloquio en el que se hará un repaso por su obra musical y artística. Al día siguiente la banda de música "Ciudad de Oviedo" ofrecerá un concierto en el que interpretará varios de sus temas.

Sus inicios, como tantos otros, en orquestas recorriendo pueblos de fiesta en fiesta. La primera "Los Zafiros Negros" siendo aún un adolescente. Luego vinieron "Los Archiduques", uno de los principales grupos de los sesenta en Asturias. Tino Casal se incorporó en 1967 por casualidad al sustituir al cantante que estaba enfermo. Con ellos llegó a grabar tres discos. El tema "Lamento de gaitas", obtuvo un gran éxito. Por cierto, el videoclip que realizaron para promocionar el tema fue grabado en Santa María del Naranco y no tiene desperdicio. Se lo recomiendo.

Pero como él mismo llegó a decir: "Con los Archiduques todo se reducía a ir a un sitio, tocar y cobrar". Incompatible, me temo, con su forma de ser y de entender la música. Por eso a nadie debió de sorprender su marcha a Londres en el inicio de los setenta. Un nuevo mundo se abre ante sus ojos. Un mundo dominado entonces por los Beatles y Rolling Stones y donde descubre a David Bowie y, con él, una nueva corriente musical, el "glam rock" con una estética inspirada en los travestis neoyorquinos. Plataformas, plumas, colorido y lentejuelas que deslumbraron a un joven Tino Casal. Estilos techno y new romantic de los que se empapó.

En 1977 regresa a España e inicia una nueva etapa de éxito que, supongo, será suficientemente recordada en estos días.

El amanecer del 22 de septiembre de 1991 puso punto final a su carrera. Un artista divertido, singular, único, con un gran talento interpretativo y una gran voz. Compositor, pintor, escultor. Transgresor en sus formas; no en vano él decía: "Me odian porque me he adelantado con la chaqueta que ellos pensaban ponerse".

Murió la persona pero su música vivirá para siempre.

Es el legado de los genios.