"Las chicas ovetenses se aburren. El domingo, en la Herradura, toda eran chicas. Y, naturalmente, muchas de ellas se marcharon para casa sin bailar ni una sola pieza. 'Es que los chicos', dicen ellas, 'se ponen en la barra y así se pasan la santa tarde. E insisten: 'Ellos prefieren andar por los chigres tomando vino y hablando de fútbol'. ¿Y qué dice en su descargo la parte contraria? Pues que ha terminado de desistir de ir a la Herradura porque 'las chicas son muy tontas y no hacen más que dar calabazas. Y luego se quejan'".