Tras leer el manuscrito de "Patria", el editor anunció a su autor, Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), que haría una tirada larga. "Tú verás", le respondió el novelista. "¿Seguro que vas a vender todas las panderetas?", añadió. Vaya si se vendieron. En un mes, "Patria" (ed. Tusquets) alcanzó las cuatro ediciones y ya está en el mercado la quinta. Va a ser la novela del año y una de ésas que hacen época. Porque cuentan una época: la vida en el País Vasco bajo los estragos de ETA. La vida a través de nueve personajes, dos familias. Historia con sangre, sudor y lágrimas. Historia de víctimas, pero también de reconciliación.

Aramburu estuvo ayer tarde en la Biblioteca de Asturias, en El Fontán, en un encuentro con sus lectores propiciado por Foro Abierto de la Librería Cervantes. Horas antes habló con LA NUEVA ESPAÑA sobre "Patria" y el poder de esta novela para reconstruir vívidamente los años del terrorismo etarra. "La historia, aunque es útil, tiene sus límites. Un historiador, en todo caso, puede ordenar los datos y los puede interpretar, pero nosotros, los novelistas, llegamos a las cocinas, a la intimidad. Mostramos cómo se viven los fenómenos sociales. La pregunta clave para nosotros es: ¿Cómo? ¿Cómo repercutieron ciertos hechos en una madre, en una niña, en un hombre? Para nosotros puede ser tan importante que llueva en un lugar o que haya moscas como lo que consideramos propiamente histórico. Por eso la gente lee novelas: le ofrecemos la posibilidad de introducirse en ellas de alguna manera. La gente se siente interpelada por la ficción. Y cuando lee se preguntan, consciente o inconscientemente: qué habría hecho yo si fuera esta madre o este hijo... Por eso los novelistas pegamos fuerte en el corazoncito de la gente". Por eso, como dice Aramburu, para saber cómo se vivía en el Madrid del siglo XIX, nada mejor que leer a Galdós.

Ha escrito Aramburu, como hiciera el autor canario, un "episodio nacional". El episodio negro de ETA y sus víctimas, de cuyo lado se coloca el autor indudablemente, sin con ello omitir episodios de torturas a terroristas por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado. " Yo no podía mirar a la sociedad vasca de esa época con un ojo, seleccionando lo que me pareciera más apropiado desde el punto de vista político o moral. Yo no cuento nada que no haya sucedido, o que no haya sucedido de manera similar". Como novelista, aborda y describe luz y sombra. "Lo que no hay es una equidistancia en mí con respecto al terrorismo. Siempre me pongo del lado de las víctimas. Pero yo no he escrito mi novela para desmontar una tesis o para conducir la conciencia de los lectores a unos determinados contenidos o a unas posturas. Yo me limito a narrar. Y estoy seguro que los lectores sabrán sacar sus propias consecuencias", explica.

Aramburu, que es vasco y habla como vasco pese a llevar media vida viviendo en Alemania, matiza que no hacía falta ser vasco para escribir "Patria". Pero, claro, "yo tengo ventajas que no tendría un escritor de otro lugar: conozco la pasta humana de los vascos". Luego se le pregunta qué cosa es ser vasco y responde, siempre con una traza de humor casi indetectable: "Ser vasco es una cosa muy fácil. Es una casualidad, no es una elección. Uno es vasco como podría ser una cebra o un irlandés". Ser vasco y nacionalista "eso ya es otra cosa", matiza. Eso es ser "un vasco que atraviesa los orificios que impone el nacionalismo. Es un ser que se considera puro frente a otros cuya presencia le molesta. Ya sea una presencia ideológica o de aspecto físico. Donde hay nacionalismo, siempre hay alguien que estorba. Y eso a mí no me ha convencido nunca".

Aramburu confiesa que alberga la esperanza de que, en cuanto termine la promoción de "Patria" -va por una segunda ronda- pueda regresar a su"escritorio". Volverá a Alemania, un país que le atrapa. Por el orden y la puntualidad, por la limpieza y el respeto, por la obsesión por la calidad, el trabajo bien hecho y la educación. "De no haberme ido a vivir a Alemania sería otro tipo de hombre y otro tipo de escritor". Alemania, otro país atribulado a costa de la patria. "La historia de Alemania ha sido muy aleccionadora para mí, he aprendido mucho de la manera en que ellos se han enfrentado a su horrorosa historia y como la tratan con criterio educativo".

Ha estado recientemente en el País Vasco del post-terrorismo etarra. Ha respirado "alivio", ha visto su ciudad natal limpia, sin las "paredes pintarrajeadas de mensajes agresivos". A España la ve mal. "Un país incapaz de formar gobierno, un país donde se dan casos de corrupción, un país que parece que se está disgregando... Eso es lo que llega a Alemania".