Llátzer Moix, subdirector, editorialista, columnista y crítico de arquitectura del diario "La Vanguardia", llegará hoy, a las ocho de la tarde, al Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA con su libro bajo el brazo: "Queríamos un Calatrava. Viajes arquitectónicos por la seducción y el repudio". El volumen, en el que el periodista catalán examina de modo crítico la trayectoria del arquitecto Santiago Calatrava, dedica parte de sus páginas al Palacio de Exposiciones y Congresos que diseñó para el barrio ovetense de Buenavista, que en su opinión y amablemente podría calificarse como "su obra menos afortunada".

"En Oviedo se han reunido más contratiempos que en otros lugares", afirma Moix, y enumera los "dos juicios, la inmovilización de la visera, el derrumbe de la lámina del suelo del auditorio...". "Todos los autores tienen obras más felices que otras y la de Oviedo sería la menos afortunada de Calatrava, la que más contratiempos ha reunido", opina.

Moix, que visita el Club Prensa Asturiana en un acto organizado en colaboración con la asociación cultural Tribuna Ciudadana, afirma que aunque la cartera de encargos del arquitecto valenciano ya no es tan amplia como en otros tiempos en Europa y Estados Unidos su mercado se está desplazando hacia Oriente, concretamente a emiratos Árabes, China y Taiwan.

El escritor cita el proyecto de Calatrava en Dubai, donde construirá una torre de un kilómetro, el edificio más alto del mundo, que tiene más de observatorio o mirador que de edificación funcional. Menciona también el complejo de puentes y túneles submarinos que ha planeado para Doha, en Qatar, puentes y túneles submarinos, con un coste de 12.000 millones de dólares.

Los desmesurado de las cifras que maneja Calatrava en sus proyectos, ya sea en lo económico o en sus dimensiones, responde, según Moix, a su ambición. "Siempre ha querido ser el número uno", afirma, y el carácter de su obra, "escultórico, singular y de marca", era lo que buscaba durante un tiempo la administración pública, cuando creía tener una disponibilidad presupuestaria casi inagotable. "Compraban un producto de lujo y de gama alta, la calidad la decidirá el tiempo", según Moix.