"Eduardo Mendoza es un señor de Barcelona", dice Francisco García Pérez del último premio "Cervantes". Sus amigos lo definen como convencional y disparatado. "Nadie habla mal de él, incluidas sus tres mujeres", bromea el doctor en Filología y escritor, que ayer impartió una conferencia en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo sobre el novelista barcelonés, enmarcada dentro del curso de narrativa de humor, un tipo de literatura habitualmente menospreciada por la crítica. García Pérez repasó la trayectoria del premio "Cervantes" 2016 y se detuvo, fundamentalmente, en su obra "La aventura del tocador de señoras", que utiliza el procedimiento "ostranénie", o "extrañamiento", procedente del formalismo ruso.

El argumento del libro es, en principio, simple. El protagonista abandona el manicomio en el que está encerrado, ya que el lugar se va a vender. Así que acude a Barcelona, a mediados de los 90, a casa de su hermana Cándida, casada con Viriato. Se pone a trabajar en la peluquería de señoras y se ve involucrado en un robo de documentos de una empresa. En la trama aparecen numerosos personajes, incluido el alcalde de Barcelona.

"¿De qué medios se basa Eduardo Mendoza para convertir un argumento policíaco tan flojo en una novela con la que te partes de risa?", preguntó García Pérez. Y trató de responder a esa pregunta en parte a través del "extrañamiento", término utilizado por los formalistas rusos que dicen que, practicándolo, se consigue alterar la percepción de los hechos.

El escritor asturiano, que fue sido presentado por el profesor Eduardo San José, explicó cómo se consigue esto. Se trata de una técnica que se basa en tres niveles. El primero es el lingüístico. Introduce palabras o formas estilísticas inusuales o anormales. El segundo consiste en meter géneros literarios o subgéneros en esquemas insólitos. Y el tercero es el nivel de la percepción de la realidad al crear situaciones imprevistas.

A través de esos tres niveles, Eduardo Mendoza llega al humor. Y para demostrarlo, García Pérez, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, leyó varios fragmentos del libro, provocando la risa entre los presente en el Aula Rector Alas, que pudieron comprobar cómo Mendoza utilizó elementos lingüísticos traídos de cuentos, recursos de novela negra, de libros de espías y otros que recordaban a Agatha Christie, así como palabras inusuales y situaciones que el lector no se espera en esta trama rocambolesca.

También habló del personaje protagonista, un hombre que no es un loco, a pesar de salir de un manicomio, y que algunos incluso apuntan que es un recurso literario que utiliza el escritor. Con su ponencia, Francisco García demostró que la literatura de humor es, en el fondo, la más seria.