Pelayo Salvador tiene apenas un mes de vida y el miércoles se montó en un avión en Mallorca para no faltar ayer a la ceremonia de las Candelas, una celebración que organiza anualmente la comunidad religiosa de las Pelayas para bendecir a los niños nacidos durante el último año. Y es que la abuela del niño, Carmen García-Avello, estaba empeñada en que su nieto estuviese presente en los actos por varios motivos. El primero es que esta gijonesa aún guarda el cariño por las Pelayas de la época en la que estuvo interna en el colegio mayor que dirigían las religiosas, "cuando era joven y estudiaba la carrera en Oviedo". Además, el pequeño "se llama Pelayo, tiene un padre que aun siendo mallorquín también se llama Pelayo y una familia asturiana que confía y respeta mucho a esta comunidad religiosa", explicaba la mujer poco antes de dar comienzo la ceremonia.

Eran casi las siete menos cuarto, y a esa hora el templo monacal ya estaba lleno hasta los topes. Los carritos de los bebés apilados frente al altar para no molestar y algún que otro llanto de los pequeños que se resistían a estarse quietos. Este año participaron un total de 17 bebés nacidos en el último año, aunque en las bancadas de la iglesia había muchos más niños. "Hay muchísima más gente que el año pasado, pero muchísima más, está hasta arriba", explicaba Sor Amelia mientras no paraba de encender los cirios de los asistentes -uno de los aspectos que le da colorido a la ceremonia- a las puertas de la Sala Capitular, el lugar en el que las velas fueron bendecidas. "Estos cirios encendidos son el símbolo de nuestra fe en Cristo", dijo el sacerdote Abundio Malagón.

Después tuvo lugar la procesión por el claustro del monasterio, un recorrido que encabezan las monjas entonando diferentes cánticos y que todos los demás siguen con las luces encendidas. "Es algo muy bonito de ver y quería que mi hijo participase", asegura Laura Miranda mientras sujeta en brazos al pequeño Felipe Prieto, que tiene un mes de vida. También estuvo en los actos Borja Felpeto, de tres meses. "Ya vinimos a bendecir a sus otros dos hermanos y con él hemos hecho exactamente lo mismo. tenemos mucha relación con las Pelayas y mucha fe en Cristo, por eso estamos aquí", explica su madre, María Bordiú.

Después de la procesión se celebró una eucaristía en la que el sacerdote Abundio Malagón pronunció uno por uno el nombre de los 17 pequeños participantes para bendecirlos ante todos los presentes y para presentarlos ante el altar. "La verdad es que estoy muy contenta de haberlo traído", asegura la mamá de Mateo García, la riojana Beatriz García, que está casada con un ovetense "muy ligado al monastario de las Pelayas".