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El CAI Naranco levanta el telón a la capacidad teatral de sus alumnos

"Los niños ven que los discapacitados, como los demás, pueden participar en la sociedad", dice la directora de la obra "Pinceladas"

Luis Incio, en el teatro de Pumarín. CRIS GONZÁLEZ

Luis Incio es el encargado de dar el pistoletazo de salida al espectáculo y es el primero en colocarse sobre las tablas. Recogedor en una mano y escoba en la otra, va limpiando las hojas que cubren el escenario sobre el que la compañía "Entre Bambalinas", formada por 21 actores del Centro de Apoyo a la Integración (CAI) Naranco y sus monitores, representan la obra "Pinceladas". Una voz hace la introducción que han escuchado los casi 800 escolares de varios colegios del municipio que durante varias sesiones de esta semana y la pasada han ocupado las butacas del teatro Pumarín. Los altavoces, de repente, llenan de música el espacio y Luis Incio se pone a bailar. Y los niños estallan en una ruidosa carcajada. Pero "Pinceladas", además de divertir desarrolla un recorrido por la historia de la pintura que permite que los críos pasen un buen rato y salgan con una lección.

Los usuarios del CAI Naranco comenzaron a representar obras de teatro en el año 2.000 y "Pinceladas" es el último nombre que han añadido la lista de espectáculos de su trayectoria. "La historia sitúa un pintor en un parque y en este paisaje se van desarrollando todas las escenas", señala Marisa Sariego, que se encarga de dirigir todas las acciones.

Los actores de la compañía, que tiene por nombre "Entre Bambalinas", se encargan luego de llevar a los más pequeños en un recorrido por la historia de la pintura que hace paradas en obras como La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, Los fusilamientos del 3 de Mayo, de Goya, o Las Meninas de Velázquez. Pero no solo se dan lecciones de arte, también de integración: "El objetivo es que los niños conozcan la discapacidad y vean que los discapacitados pueden participan activamente, como todos los demás, en la sociedad". Y es esta meta la que llevó al CAI Naranco a embarcarse el año pasado en las representaciones para alumnos. "Siempre íbamos a certámenes de discapacidad y queríamos salir a otros públicos", recuerda Marisa Sariego, quien señala que tras el "enorme éxito" de la temporada pasada, han vuelto a la carga con "Pinceladas".

Sobre el escenario, además, cada actor "tiene un papel orientado a sus capacidades" para que pueda desarrollar su tarea sin problemas. Pero mientras se divierten sobre el escenario, mejoran también aspectos fundamentales para su vida. "Viene muy bien para la autonomía, se trabaja en grupo y se desarrolla también la coordinación", dice junto al escenario del teatro de Pumarín Marisa Sariego. "Desde el año pasado el grupo 'Entre Bambalinas' trabaja en un proyecto intergeneracional de Teatro para la infancia", añade Cristina Pérez, escritora de la obra. Y cuando el Ayuntamiento de Oviedo se puso en contacto este año con el CAI Naranco se planificó la representación para escolares "Pinceladas", que exigió de ensayos diarios en las semanas previas para que el espectáculo saliese lo mejor posible. "El arte está un poco abandonado en las escuelas", comenta la autora para explicar que ese fue el motivo que la inspiró para hacer un recorrido por su historia para que los escolares disfrutasen y aprendiesen con una representación "didáctica y divertida".

Y la concejalía de Educación, impulsora del evento artístico, respaldó por completo la idea y extendió a las aulas los esfuerzos para que el arte se un poco menos desconocido para los niños. El departamento que dirige Mercedes González (Somos) envió material a los colegios que pasarían después por el teatro Pumarín para ir preparando el terreno. Y los profesores lo utilizaron. "Trabajamos la visita antes de venir con los documentos que nos enviaron", confirma Ángeles Paíno, profesora del Narciso Sánchez, de Olloniego, uno de los centros que tuvo ocasión de acudir a la función. Así, los niños llegaron al patio de butacas con algunas nociones sobre técnicas y corrientes pictóricas.

La lección de la integración, asimismo, también se la traían aprendida. "Son niños muy sensibilizados por la discapacidad porque tienen compañeros con necesidades educativas especiales", apunta con orgullo la docente. Entre los alumnos que la acompañaron a Pumarín se encontraba el pequeño Lucas López, de 8 años. Antes de que empezase la obra ya tenía ganas de disfrutar y se mostraba ya entregado: "Va a ser muy divertida". "También lo pasé muy bien estos días en clase estudiando los cuadros", destacaba el alumno que, como sus compañeros, se pasó la representación entre risas y aplausos.

Una emoción que se multiplicó cuando los 21 actores bajaron al patio de butacas a saludar a su entregado público.

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